El fútbol gaélico se exhibe con Atlántico

Posando antes de comenzar el partido en el campo de la ETEA.
photo_camera Posando antes de comenzar el partido en el campo de la ETEA.
El campo de la antigua ETEA mostró cómo se juega un deporte en auge con jugadores del club Keltoi e interesados en esta disciplina irlandesa

Aroma irlandés en Vigo y, por supuesto, algún que otro autóctono de la Isla Esmeralda que mantiene ciertas raíces con su país en las filas del Keltoi olívico. +Deporte Atlántico se coló ayer en una sesión de entrenamiento del club en el campo de la Etea y, en ella, se pudieron ver los diversos fundamentos de este deporte centenario que combina destrezas con todas las partes de cuerpo. Se juega con los pies y con las manos, hay que botar o golpear la bola para avanzar y también se marcan goles o se pasa el esférico por los palos. Meter el balón en la portería -mucho más pesado que uno de fútbol- vale tres puntos y enviarlo entre palos, por encima de la portería y sin la oposición del portero, cuenta como uno. 

Ns llegó la parte más seria del entrenamiento hasta los minutos finales, cuando los jugadores se repartieron en dos equipos para buscar los puntos y ganar en un pique sano al oponente en la siempre difícil habilidad del técnico para repartir los conjuntos en lo más equilibrados posible. Antes hubo los tradicionales ejercicios de calentamiento, con y sin balón. Pase largo y corto, con la mano y con el pie. Y, poco después, ejercicios con presión en espacios reducidos. Esa presión es clave en el fútbol gaélico. Hay contacto permitido, pero se reduce a las cargas con los hombros y los manotazos a la pelota que, en ocasiones, se marchan al cuerpo. Y, sobre todo, hay mucha presión. Reducir el margen de maniobra del atacante, que tiene cuatro segundos para pasar, botar o dar un toque con el pie al esférico.

Los jugadores insisten en la presión, en la rapidez del juego, en el sacar rápido y buscar la siguiente jugada. Y, también, en la ventaja de comenzar a jugar en Galicia y, en pocos meses, poder acudir a citas internacionales con la selección autonómica. Así es el fútbol gaélico, religión en el amateurismo irlandés y que encontró en territorio gallego su particular lugar idílico en las fronteras españolas. Hay equipos en casi todas las ciudades y el Keltoi dispone de dos plantillas. Eso sí, la idiosincrasia es la misma que la que tienen en Irlanda. No se pueden hacer fichajes, los jugadores son de un club, el que eligen al inicio de su trayectoria, y sólo se pueden cambiar por circunstancias justificadas y ajenas al deporte: de trabajo o vida. 

También se destaca el carácter de amateurismo extremo del fútbol gaélico, de la prohibición de percibir sueldos y, por supuesto, del tercer tiempo y el pub. El lugar en el que corre la cerveza tras cada partido y corre un poco más tras cada encuentro importante. Lo hace en Irlanda y, también, en Galicia, aunque en menor medida. En cada lugar, dentro de su dimensión. 

En lo deportivo, la actividad obliga al movimiento constante, al ataque continuo y no hay mucho espacio para la contemporización. Muchos practicantes del fútbol gaélico llegan desde el fútbol 11 y abusan del juego al pie. Pronto se dan cuenta de que la mano resulta más efectiva, aunque para elevar el esférico desde el suelo es preciso hacerlo con el pie. No vale agacharse y usar las manos. 

Estas son las bases del fútbol gaélico que ayer mostraron el Keltoi y +Deporte Atlántico a todos los interesados. Combina la precisión de las manos, la velocidad de la carrera, la evasión en los quiebros y la fuerza del golpeo a portería. Elementos atractivos, pero no tanto como el tercer tiempo, siempre lo más interesante.

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