Antonio Domínguez: "El taichí mejora la postura y la salud por medio del movimiento"

Antonio Domínguez impartirá una clase de taichí este sábado en Samil.
photo_camera Antonio Domínguez impartirá una clase de taichí este sábado en Samil.

Antonio Domínguez, maestro de taijiquan, whusu/taichí y kung fu, será el encargado de impartir la nueva actividad del programa de +Deporte Atlántico, una clase de taichí, en colaboración con el centro Shalom, que tendrá lugar en la playa de Samil este sábado, a las 20:00 horas.

¿En qué va a consistir a grandes rasgos la clase del sábado en Samil?

Va a ser una exposición de lo que es el trabajo del taichí chikung de una manera sencilla, para que la gente pueda acceder fácilmente a una actividad como ésta. Uno de los objetivos es mostrar la disciplina tal como es, porque a veces hay unos conceptos un poco equivocados o erróneos sobre esta materia.

¿Cómo explicaría lo que es el taichí a alguien que no sea un iniciado en la materia?

Realmente, el taichí es un arte marcial. Pero si lo enfocáramos por ahí, sería difícil de aprender por una persona que no tiene ni idea. Necesitaría bastante tiempo y dedicación para entender cada una de las posturas y el significado que tienen. El objetivo básico del taichí es el movimiento. Se hace siempre de pie y con una atención plena a la postura: el control de la colocación de la columna vertebral con respecto a la cabeza, las piernas y los pies. Una manera fácil de definirlo es una especie de gimnasia china, pero no es el término adecuado para el taichí. En realidad, es un sistema de movimientos diferente a la gimnasia convencional.

Lo que está claro es que es una disciplina que practican millones de personas en todo el mundo, sobre todo en China, ¿qué beneficios tiene para la salud?

El mayor beneficio es el postural. La mayoría de los problemas de la salud se deben a una mala postura, ya sea por los hábitos diarios que tenemos en el trabajo o por la vida cotidiana. El taichí te permite hacerte consciente de una postura correcta y a través de un movimiento, en eso es diferente al yoga o al pilates. El taichí lo que busca precisamente es el movimiento, porque nosotros somos movimiento, estamos siempre moviéndonos para desplazarnos, para trabajar, para convivir con los demás. Esa es la base del taichí, aprender que la postura sea controlada a través del movimiento. A través de una respiración y de un control mental, consciente de lo que estamos haciendo y en el momento en que lo estamos haciendo. Parece algo difícil, pero en realidad no lo es tanto. Cuando se hacen movimientos sencillos, como puede ser dar un paso y retroceder con él, ser consciente de dónde está el peso, si está delante o detrás, y que lo hagas y lo repitas y con ello tengas el control de tu pelvis y de tu columna. Lo que consigues es que tus articulaciones sean más flexibles, que tus músculos sean más elásticos y no pierdan el tono muscular. Porque, a veces, los problemas que tenemos de salud son de tono muscular y el cuerpo se va debilitando. Y cuando el cuerpo está débil, afronta peor la enfermedad.

El taichí forma parte de las artes marciales, pero parece haber perdido la faceta de combate.

Efectivamente. La parte de combate la fue perdiendo, aunque tampoco hace tanto tiempo. Estamos hablando de que fue hace cuatrocientos o quinientos años cuando perdió su eficacia para el combate porque no se enfocó hacia ahí. El taichí es el arte marcial más antiguo del mundo y del que se nutren muchas artes marciales de autodefensa, pero hoy en día no se practica con ese objetivo, sino buscando los beneficios que tiene para la salud por el movimiento articular. Esas rutinas o esquemas de combate no se utilizan para la defensa personal, aunque a los practicantes sí que se les explica para qué sirve cada uno de los movimientos.

¿Se puede decir que sirve más para la meditación que para la lucha?

Sirve para la meditación porque es una manera de moverte de manera consciente. Tienes que estar muy pendiente de lo que estás haciendo, del movimiento que viene antes y del que viene después y eso te obliga a que tu mente esté completamente concentrada. Tienes que controlar la postura, el ritmo en el que tienes que realizar el movimiento, tienes que controlar hacia dónde va tu mano izquierda o tu brazo derecho, la dirección… Y además tienes que hacerlo en un estado de calma y tranquilidad. Esto, si no se hace con un control mental, es imposible hacerlo porque si te aceleras, pierdes el equilibrio y el ritmo de ejecución. Por eso, ese movimiento lento que parece sencillo, en realidad es más complicado hacerlo bien porque tienes que tener tres controles: el físico, la respiración y el control mental. El taichí es fundamental para estar presente en lo que estás haciendo.

Se suele ver mucho el taichí en las grandes ciudades, ¿Samil es un buen escenario para la práctica de esta disciplina?

Samil es un lugar extraordinario para hacerlo, aunque lógicamente va a depender un poco del clima, de si hace un sol radiante o llueve. Pero el taichí tiene un contacto directo con la naturaleza y todo lo que sea al aire libre es un lugar idóneo.

Es una disciplina sin grados ni cinturones, diferente al judo o al kárate en ese sentido, ¿no?

Realmente sí los tiene, pero son diferentes. En occidente siempre queremos medir los conocimientos por medio de algo, mientras que en oriente nadie te pregunta si eres cinturón negro, blanco o lo que sea. Allí te miden por lo que sabes, no es como aquí. De hecho, las federaciones deportivas en España ya están poniendo en regla todo esto para que los deportistas, si quieren, saquen sus cinturones de taichí.

Personalmente, ¿qué es lo que más le gusta del taichí?

Como profesor, lo que más me gusta es ver la evolución en las personas, ver cómo alguien que incluso recela de la actividad descubre que le da motivación para levantarse por las mañanas y hacer una práctica deportiva. Porque es una actividad variada y se basa en el aprendizaje: se van aprendiendo movimientos cada más complicados y vas viendo cómo tu salud se transforma. Cómo ya no te duele la espalda o no tienes resfriados. Y a nivel personal, para mí lo es todo. Es un descubrimiento interior básico para mi vida. Me ayuda a ser más consciente de la vida. 

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