Elecciones gallegas 18F

Perfil | Ana Pontón: ambición sin complejos

Ana Pontón.
photo_camera Ana Pontón.
La candidata nacionalista Ana Pontón reconstruyó el BNG, una organización sangrada y rota por las escisiones de 2012, y superó una larga “travesía en el desierto” en el peor momento posible, salvando primero y fortaleciendo después su grupo parlamentario 

Las elecciones gallegas se presentaron en el nacionalismo gallego como el gran “test de estrés” de la candidata del BNG, Ana Pontón, que tras llevar a la formación frentista a primera fuerza de la izquierda en 2020, por segunda vez en la democracia actual, medía en las urnas tanto la fortaleza electoral en conjunto como la suya en particular.

Ana Pontón -Chorente-Sarria (Lugo), 1977- logró en las pasadas elecciones situar al BNG como primera fuerza de la izquierda, con el mejor resultado en escaños de su historia, al conseguir 19 diputados, uno más que el techo electoral cosechado en 1997 (máximo histórico en votos y primer sorpasso del BNG al PSOE). Precisamente, aquellas fueron las primeras autonómicas en las que Pontón pudo ejercer su derecho a voto.

Durante estos estos tres años y medio, la candidata se ha labrado como líder de la oposición de una izquierda que no consiguió desbancar en julio de 2020 a Alberto Núñez Feijóo al frente de la Xunta y en un escenario parlamentario que retrocedió a la legislatura iniciada en 2009, con solo tres formaciones políticas.

Fue en 2012 cuando parte del nacionalismo se alió con Izquierda Unida e irrumpió AGE con nueve diputados capitaneados por Xosé Manuel Beiras, lo que hizo que el Parlamento gallego encadenase ocho años con cuatro formaciones políticas hasta julio de 2020, en que desapareció del panorama autonómico la denominada “izquierda rupturista”.

En una comunidad en la que, según el CIS, solo se declara con tendencia nacionalista alrededor de un 20%, Pontón logró en julio de 2020 -en sus segundos comicios autonómicos como candidata- no solo situar al BNG en su máximo histórico con cerca del 24% de los votos, sino también arrebatar el liderazgo en la izquierda al PSOE en un momento en el que en el Gobierno central lo dirigía (como ahora) Pedro Sánchez en alianza entonces con Unidas Podemos, coalición que ha derivado en la candidatura de Sumar liderada por Yolanda Díaz, espacio que en 2020 no obtuvo representación.

En los primeros seis años de liderazgo hasta 2020, Ana Pontón logró reconstruir una organización sangrada por dentro por las escisiones de 2012, cuyas cicatrices ya son visibles, y superar una travesía del desierto en la que, en el peor momento, también consiguió que el BNG salvase su grupo parlamentario con seis diputados en 2016. Y rescató al BNG de ese “precipicio” -como algunas voces nacionalistas lo califican- renovando las caras y situando al frente de las candidaturas a jóvenes mujeres como lo son Olalla Rodil y Noa Presas, número uno por Lugo y por Ourense, respectivamente.

El reto de Ana Pontón fue, ahora, tratar de consolidarse como jefa de la oposición y preparar el terreno para estas elecciones, ahora frente Alfonso Rueda, tras el relevo al frente de la Xunta y del PPdeG. La dirigente nacionalista que en 2020 pedía hacer “historia” en Galicia con un cambio político para situar a una mujer al frente de la Xunta, mantiene este misma idea con un añadido: que el BNG es la “alternativa real” y que son las elecciones “más importantes en 42 años de historia de Galicia”.

Lo hizo en campaña, con una llamada a concentrar el voto del “cambio” en el BNG, un discurso en el que pugnaba con el PSdeG de José Ramón Gómez Besteiro, mientras que en la izquierda falta por resolver todavía cómo se configurará el espacio en torno a lo que queda de las mareas, si bien este espectro no cuenta ya con Anova de Beiras y Martiño Noriega, que en las generales ya pidió el voto para el BNG y ahora lo hacen ambos.

Joven y preparada

La portavoz nacional y candidata a la Presidencia de la Xunta, se presentó por primera vez como cabeza de lista en 2016, considerada entonces por los suyos como “joven, pero sobradamente preparada”. Ahora, la propia Pontón se ha presentado como “la candidata de todos los gallegos que quieren cambio” y ha declarado que se encuentra “más preparada que nunca”, así como ha insistido que es ella la única opción con “manos libres” para gobernar.

Pontón llegó a las elecciones de 2020 tras ser madre de una niña y enarbolando la bandera del feminismo y las medidas de conciliación. Su recorrido político se remonta a su adolescencia, cuando se afilió a Galiza Nova y su trabajo político comenzó con las primeras horas de universidad en la compostelana Facultad de Ciencias Políticas. Con todo, su primera incursión, como ella misma narró en su aldea natal al inicio de la pasada campaña, la sitúa en un 25 de julio, cuando se escapó a unos días de cumplir los 18 años para vivir su primer Día da Patria en Compostela.

Militante de la Unión do Povo Galego (UPG), el partido político que históricamente ha hecho valer sus posicionamientos en el seno del BNG, es una experimentada diputada, desde que en 2001 sustituyese en su escaño a Pilar García Negro. Los suyos aseguran que gracias a su papel en el debate electoral de los medios públicos logró salvar en 2016 el grupo parlamentario del Bloque y comenzar la recuperación electoral de la formación.

De hecho, tras asumir en 2014 las riendas del BNG en las horas más bajas de la formación, ha dirigido la refundación de la organización y ha buscado ampliar la base social, lo cual tuvo su plasmación con el fichaje de la que fue número 3 por Pontevedra, Alexandra Fernández, que militó en Anova y que fue diputada de la antigua En Marea.

De mejora en mejora

Desde 2020, Pontón ha conseguido mejorar los resultados electorales en las elecciones municipales, con conquistas como la Alcaldía de Santiago en este año 2023, un logro que ahora los nacionalistas quieren llevar también a San Caetano en las gallegas situando a la primera presidenta mujer y nacionalista en la Xunta. En las pasadas generales, el BNG revalidó el diputado por A Coruña, Néstor Rego, pero, aunque mejoró los apoyos, se quedó lejos del objetivo de lograr un grupo propio y, al menos, la congresista por Pontevedra.

En estas elecciones, Ana Belén Pontón Mondelo llegaba con el bagaje de la trayectoria “más exitosa” de una líder del BNG, al coger al Bloque “al borde del precipicio y, en ocho años” situarse con “posibilidades reales” de alcanzar la Presidencia de la Xunta.

Los suyos cierran filas con su liderazgo indiscutible y su núcleo aleja el examen de su persona y lo coloca en la sociedad gallega, que debía ayer decidir si apostaba por el cambio, confiados en las altas expectativas que argumentan su discurso de que “es posible” y había posibilidades “reales” de arrebatar las riendas de la Xunta al PP, “evitar” 18 años de gobiernos populares y “abrir un tiempo nuevo” si se repite la movilización del 23 de julio.

Así, los nacionalistas consideran que Pontón ha superado “con matrícula de honor” el examen de su liderazgo, y para ello han centrado sus esfuerzos en campaña en hacer ver que la izquierda es y debe estar del lado de la mujer que ha abanderado el resurgir de la formación nacionalista sin ningún tipo de complejos

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