Elecciones gallegas 18F

Perfil | Alfonso Rueda, el líder tranquilo

Alfonso Rueda saluda anoche a simpatizantes y militantes del PP durante la celebración de la victoria electoral en las autonómicas.
photo_camera Alfonso Rueda saluda anoche a simpatizantes y militantes del PP durante la celebración de la victoria electoral en las autonómicas.
El cabeza de cartel de los populares gallegos, que será reelegido al frente de la Xunta, se enfrentó antes y durante la campaña a un reto enorme político y personal: sumar una mayoría absoluta más a las cuatro consecutivas logradas por Feijóo

El marchamo de presidente no elegido como tal por los votantes, aún avalado con la mayoría absoluta que los populares tenían en el Pazo do Hórreo, acompañó a Alfonso Rueda desde que relevó en la Presidencia del Gobierno gallego y del PPdeG a Alberto Núñez Feijóo. Pero parafraseando el lema con el que su antecesor entró en Monte Pío en 2009: “Llegó el momento” y el 18 de febrero, “Domingo de Piñata”, Rueda (Pontevedra, 1968) se enfrentó a su primer test electoral como candidato.

Ha sido, en las elecciones gallegas que este domingo se celebraron en Galicia, cabeza de cartel con un reto político y personal: sumar una mayoría absoluta más a las cuatro consecutivas logradas por Feijóo, la primera que él podría reivindicar como propia. Si como icono de precampaña Feijóo apostaba por un banco azul para hablar “de tú a tú” con la ciudadanía, Rueda ha viajado con un bus en el que invita a los gallegos a los que aspira a conocer y a los que -fue su empeño en campaña y lo es tras ella- se da y se muestra como un líder tranquilo y cercano. Su perfil político es distinto -se le atribuye “más franqueza” y ser “más claro y directo”, incluso “más fácil de entender” que el de Os Peares- y ha articulado su propio equipo, con Paula Prado como secretaria xeral del PPdeG, tras 16 años a la sombra de Feijóo.

Por el momento, en clave de política interna, ha logrado mantener la paz en las filas populares, no siempre fácil y más tras la marcha a Madrid del que durante años ha sido su referente más cercano, un referente del que dice haber aprendido casi todo pese a las muchísimas diferencias entre ambos, que las hay. 

Pero dentro y fuera del partido se da por hecho que su futuro político está unido a mantener el Gobierno autonómico en manos del PPdeG. Desde su equipo se destaca que experiencia no le falta para acometer sus propios logros y que su índice de conocimiento ha mejorado de forma significativa en año y medio. PSdeG y BNG lo admiten de manera implícita, mientras le acusan de “utilizar” para promocionarse los medios públicos.

El año de los retos

“Con humor, trabajo y normalidad”, Rueda se enfrentó, además, a sus primeras elecciones con otro reto: dar aire al liderazgo de un Alberto Núñez Feijóo tocado por no haber conseguido echar de La Moncloa al socialista Pedro Sánchez, tras generar altas expectativas de que ocurriría.

“Con humor, trabajo y normalidad", Rueda se enfentró al resto de dar aire al liderazgo nacional de Feijóo

En cualquier caso, Galicia le dio en las generales de los mejores resultados de España y la isla a la que Rueda quiere apartar del “barullo” del resto del Estado resiste los envites de una oposición dividida aunque empeñada en la pelea del “todos contra uno”. Y se actuará en consecuencia. De hecho, en la misma jornada en la que el presidente gallego anunciaba la convocatoria electoral del próximo 18 de febrero y reivindicaba que Galicia “decide su futuro con una hoja de ruta redactada aquí, sin mediadores ni hipotecas”, desde`Génova se avanzaba que Feijóo estaría muy presente en la campaña gallega, incluso con caravana electoral propia.

El casting de 2006

Fuera de dudas está en el PP que una victoria refuerza a Feijóo, pero también que permitirá ganar autonomía al propio Rueda y a su equipo, proporcionándole “desde la lealtad” una voz más fuerte y margen para diferenciarse. En realidad, para ninguno de los dos es una novedad ir de la mano: lo hacen desde la sucesión de Manuel Fraga en Galicia.

Así, la trayectoria del mandatario pontevedrés, “orgulloso” padre de dos hijas y licenciado en Derecho por la Universidade de Santiago de Compostela (USC), se ligó a la del ahora líder del PP en el año 2006, cuando después de una especie de casting de alto nivel entre diferentes dirigentes populares, el de Os Peares lo fichó para el segundo puesto más relevante del organigrama popular: el de secretario general, desde el que comenzaría Rueda una carrera técnica que le iría enseñando y forjando al político que ahora es.

Rueda tenía 37 años y tuvo que tomarse una excedencia de su plaza como secretario municipal del Ayuntamiento de Cambados -diez años después, en 2016 y ya en la Xunta, la cambió por la de Marín-. Había sido jefe de gabinete de Xesús Palmou (quien habló de él a Feijóo), además de ocupar altos cargos en el segundo nivel del organigrama de la Consellería de Xustiza.

Pero el vínculo de Rueda con la política no empezó con Feijóo, ni siquiera con el PPdeG, si bien fue presidente pontevedrés de Nuevas Generaciones, la organización juvenil ligada a los populares. En su caso se puede decir que el interés por la política lo heredó por ambas ramas genealógicas.

Es sobrino nieto del galleguista Ramón de Valenzuela, pero lo “ingrato” de la política lo conoció directamente, como ha reconocido en más de una ocasión, de la mano de su padre, José Antonio Rueda Crespo, quien fue concejal en Silleda, vicepresidente de la Diputación pontevedresa y senador como miembro de Alianza Popular.

Una campaña en positivo

Su padre le aconsejó que no se metiera en política con nulo éxito, aunque sí logró que primero se sacase una oposición para garantizarse “una alternativa” de vida. También le recomendó actuar con precaución y fiarse de gente muy seleccionada. Dicen que le hizo caso. Tiene fama de desconfiado y a pesar de du tranquilidad presume de ser “duro de roer”.

Pero al margen de su forma de ser, este político de buen trato e ingenioso con unas cañas y un pincho de tortilla delante, corredor, ciclista y motero en sus horas libres, fue durante diez años secretario xeral del PP gallego, cargo poco amable y que no le ayudó precisamente a tejer amistades internas en el PPdeG.

De hecho, le tocó convertirse en el “poli malo” entre 2006 y 2009, cuando a Feijóo se le reservaban todas las propuestas en positivo y él se encargaba de dar palos a la oposición, personificada en las figuras del presidente entonces, Emilio Pérez Touriño (PSdeG), o del vicepresidente del bipartito, Anxo Quintana (BNG), según el día. Lo mismo denunciaba los “lujos” del “sultán de Monte Pío” que iba a una concentración organizada por Galicia Bilingüe contra la supuesta imposición lingüística del gallego. Sus rivales le ven como uno de los principales artífices de una dura campaña que desembocó en la mayoría absoluta de 2009 que reabrió a los populares las puertas de San Caetano.

Su papel ha cambiado y otros son los responsables de los manejos internos. Es el presidente de Galicia y deberá compaginar su cargo institucional con la faena estrictamente partidista. Y como muestra. al tiempo que convocaba la cita con las urnas del 18F, la primera en la que él era el candidato, apelando a una campaña “en positivo” que pronto sin embargo vio convertida en un “todos contra Rueda”.

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