La propuesta personal de jazz cautivó al público que disfrutó de un gran concierto pese a la amenaza de lluvia
Escaparate
Jamie Cullum en Vigo
La expectación era máxima entre los asistentes a Castrelos. El cielo amenazó lluvia hasta el mismo momento del concierto. Los seguidores de Cullum, incondicionales, aguantaban la emoción. A su lado, el resto, curiosos sin mucha idea de lo que iban a encontrar, pero animados por las buenas críticas aparecidas en los últimos días. El británico logró congregar a unos 6.000 espectadores con todo vendido (2.500) en la zona de pago.
Con puntualidad británica, Jamie Cullum saltó al escenario. Sobre las tablas, un enorme piano negro de cola ocupaba gran parte del espacio. Con luces indirectas y una puesta en escena sobria, se reprodujo la estética propia del jazz, donde siempre prima el sonido sobre los efectos visuales. Los cinco músicos tocaron muy juntos, casi sin espacio para generosas coreografías.
Cullum no defraudó. Su voz, su seguridad a la hora de tocar y su fuerza sobre el escenario maravilló a los más escépticos. Acompañado al piano o a ritmo de percusión, interpretó los temas de su último disco “Momentum” y alguna sorpresa con la que agasajó al respetable.
Su concierto fue “in crescendo” en potencia y en sentimiento. Sonó “The Same Things”, pero también “I’m all over it”. Con “Everything you didn’t do”, el público respondió y se implicó totalmente. Ya consiguió engancharlo. Cullum se desató poco a poco. Fue Sintiendo la música, cada nota, cada melodía; sentimientos que logró transmitir a los espectadores. Sus correrías por el escenario, su “maltrato” benigno y cariñoso al piano contribuyeron a esa sensación constante de clímax.
Al cierre de esta edición, el concierto seguía en Castrelos y el público vibraba con cada interpretación. Cullum se mostró muy cómodo en un escenario que le gustó a primera vista y lo dio todo en escena. Por delante la quedaban pocas horas de sueño en el autobús Sleeper que lo conduce hoy junto a su banda al festival de Lisboa.n
