Belén Varela, coruñesa afincada en la parroquia viguesa de Navia, debuta en la literatura de ficción con “El cielo de los imperfectos”, novela que presentó en el set de Atlántico TV.
Ya el título sugiere por dónde va la historia. ¿Hay que buscar la perfección en la imperfección?
Poner el título a una obra suele resultar un proceso complicado, en este caso casi surgió con la propia historia. Lo que queda de nosotros es la memoria de las personas, si queremos un cielo tenemos que aceptar la imperfección y dejar un buen recuerdo en los demás.
La protagonista, Olvido, lucha por ser una profesional competente y buena madre. ¿Hay una receta para lograrlo?
Es un fenómeno que nos pasa en general a las mujeres trabajadoras y a todo el que quiere compaginar familia y trabajo o ocio activo y trabajo. Llegar a todo es complicado, sobre todo en el caso de la familia y la mujer. Olvido tiene una familia numerosa y quiere luchar por mantener una categoría profesional, a la que se vio relegada por ser madre. Es una situación compleja.
Refleja también las dificultades a la que la protagonista se enfrenta en un trabajo masculinizado.
Las mujeres sufren obstáculos en muchas profesiones, pero en los puestos directivos y en determinadas especialidades muy copadas por el hombre, parece que ellas tienen que ser doblemente buenas. Topamos con etiquetas y creencias falsas como que con la maternidad desaparecemos, cuando es lo contrario, aprendemos cuestiones básicas para la dirección como la capacidad de improvisación. Luchamos contra esa idea dejación profesional y en realidad estamos luchando contra nosotras mismas.
“El cielo de los imperfectos” está ambientada en una clase social alta. ¿Se nota más la discriminación en esa esfera?
Creo que pasa en muchos ámbitos non solo en ciertas capas sociales. Pero en la medida en que se va adentrando en la clase alta, hay quizá todavía más conservadurismo, compartimentos tradicionales en los que la mujer cumple un rol más estético en el hogar. El otro día me hablaban de la cultura del visillo que nos han inculcado, pero que también nos da una visión enfocada y profunda que nos permite llegar más allá. Tenemos que aprovechar esa perspectiva, no estamos en la sociedad del visillo, la mujer puede ejercer cualquier rol igual que el hombre.
¿Es una obra feminista?
No nació con el objetivo de ser feminista. Al ser una mujer protagonista, se encuentra con ciertos límites con los que tiene que luchar. El rol del marido casi no sale, pero es como sucede en la vida, donde la mayoría están ausentes, como mucho dedican un rato al juego. No se ocupan de la intendencia y menos de la casa. Es algo que todavía está muy marcado, es nuestra realidad contemporánea, teóricamente su pareja le apoya, pero en la práctica está sola. Solo hay que ver las salidas del colegio o la puerta de la pediatra. Pretendo presentar una situación social, no el caso de una mujer concreta.
Muestra una sencillez narrativa que parece complicada de conseguir.
Lo más difícil es ofrecer un lenguaje amplio y además cuidado. La protagonista es una mujer muy culta, quería que se reflejase en la forma de expresarse, pero al mismo tiempo que no resultase pedante. Quería que fuese entretenido, que enganchase.
Esta es su primera obra de ficción. ¿Quedó con ganas de más?
Sigo con mi vida profesional muy activa, pero la escritura ocupa cada vez más tiempo en mi vida. Cuando Olvido acabo de salir lo hacía en mi tiempo de ocio, vacaciones y fines de semana, aunque no salía de mi cabeza y me pasaba el día lo anotando ideas en todas partes. Hoy ya le dedico un poco más, pero tengo más ideas que tiempo. En mi cabeza hay una posible segunda y tercera parte de este libro, pero también tengo una historia muy bonita de una figura de aquí de Vigo y una novela histórica que está tomando forma.
