La gran inversión en bonos provocó la quiebra del SVB
La rápida subida de los tipos de interés de la Reserva Federal hizo fracasar su enorme apuesta
La repentina caída del Silicon Valley Bank (SVB), uno de los mayores colapsos bancarios en la historia de Estados Unidos, disparó las dudas sobre la salud del sector y los temores a una nueva crisis financiera. En su derrumbe influyeron numerosos factores, pero su origen estuvo sobre todo en una apuesta por parte de la entidad que se vio afectada por la rápida subida de los tipos de interés acometida por la Reserva Federal (Fed) para contener la inflación.
El banco, al igual que muchos de sus competidores, invirtió en los últimos años miles de millones de dólares en bonos a largo plazo aprovechando los bajos precios del dinero. Esa apuesta, habitualmente considerada como algo muy seguro, se complicó con la subida de los tipos, que hizo caer el precio de esos productos de deuda pública.
Frente a otras entidades que estaban en posición de esperar al vencimiento de los bonos, el SVB tuvo que vender la semana pasada una importante cantidad de ellos con pérdidas para poder obtener liquidez con la que atender las retiradas de dinero de sus clientes, en su mayoría tecnológicas que habían visto caer sus ingresos o empresas emergentes a las que se había cortado la financiación y que ahora tenían que tirar del efectivo que habían acumulado.
En vez de ayudar a equilibrar sus cuentas, el movimiento del SVB asustó a los mercados y a los clientes, que corrieron a retirar su dinero, en especial después de que varias grandes firmas de capital de riesgo, incluida la que dirige el influyente magnate Peter Thiel, recomendasen a sus compañías sacar sus fondos del banco. Con una base de clientes poco diversificada y muy interconectada, la entidad sufrió una huida bancaria vertiginosa que el pasado viernes forzó a los reguladores a intervenir y cerrar el banco para limitar los daños.
El pánico se extendió a otras firmas y para el domingo se había llevado también por delante al Signature Bank, con sede en Nueva York y que en los últimos años había hecho una importante apuesta por el sector de las criptomonedas. Tras hacerse con el control del SVB el viernes y buscar sin éxito su venta a otro banco, los reguladores estadounidenses optaron el domingo por garantizar todos los depósitos de ambas entidades, más allá del límite estándar de 250.000 dólares por cliente, con el fin de contener el pánico y permitir a las empresas afectadas seguir operando. Además, anunciaron un programa de emergencia para ofrecer liquidez a otros bancos con grandes cantidades invertidas en bonos y evitar que tengan que deshacerse de ellos con pérdidas.
La intervención de las autoridades generó un fuerte debate en Estados Unidos sobre si esto constituye o no un nuevo rescate de la banca, como ocurrió en la crisis de 2008. La Casa Blanca insistió hasta ahora en que el dinero que se usará para garantizar los depósitos provendrá de un fondo de garantías al que contribuyen los bancos de EE.UU. y no estará financiado con el dinero de los contribuyentes. Además, el presidente estadounidense, Joe Biden, dejó claro que los gestores responsables de esta crisis perderán sus puestos y que los inversores en esas entidades “no estarán protegidos”.
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