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Súbito conquistador de tierras viguesas

La Copa Bedriñana contempla a Óscar Gutiérrez, que terminó por inscribir su nombre en ella en la septuagésimo novena edición del Cocurso Internacional           del Club de Campo de Vigo.
photo_camera La Copa Bedriñana contempla a Óscar Gutiérrez, que terminó por inscribir su nombre en ella en la septuagésimo novena edición del Cocurso Internacional del Club de Campo de Vigo.
El brasileño Óscar Gutiérrez levantó la Copa Bedriñana tras superar al chino Rigele Te en sendos tie-breaks para completar su doblete en el Club de Campo
Óscar José Gutiérrez no va a olvidar jamás su primera visita a España. Ni Vigo. El tenista regresa a Brasil con dos títulos bajo el brazo, el que logró el sábado en el dobles junto a su compañero Rafa Matos, y la Copa Bedriñana que levantó ayer, tras derrotar al chino Rigele Te en una fantástica final, llena de alternativas y resuelta por la mayor finura y solidez de Gutiérrez en los tie-breaks por 7-6(2) y 7-6(0). Es el tercer título ITF -todos sobre arcilla- para el jugador de 24 años, que demostró mayor capacidad de adaptación y, sobre todo, que es un todo conquistador de tierra batida -su superficie predilecta-.
Una conquista que comenzó con retraso. Una hora más tarde y en una pista diferente de la previsto por la lluvia matinal, saltaron al rectángulo los protagonistas. En ese escenario, Gutiérrez entró mejor al partido. Más seguro. Eso dentro de que ambos finalistas comenzaron timoratos. El brasileño rompió el servicio de Te al segundo intento para ponerse 3-1. Acelerón. Pero cuánto cuesta afianzar las ventajas en este deporte. Los nervios vistieron la raqueta del menudo tenista sudamericano, que con una doble falta sufrió el contrabreak del chino. 
Tocaba volver a empezar. Las condiciones físicas del asiático empezaron a surgir y de la mano de su servicio y su espléndido revés plano, los puntos también surgieron a su favor. Desde ahí, potentes derechas y varias dejadas de nivel. Cambio de inercia. Pero en esta goma que se estiraba y se encogía sin cesar, cabía esperar la reacción de Gutiérrez. Y llegó. En el décimo juego -el más largo del primer parcial-, el brasileño llegó a gozar de una bola de set al resto. No la canjeó. Fue el principio de otro bandazo en el rumbo del set.
Te aprovechó el impulso. Rompió el servicio de su rival y sacaba para ganar la manga. Pero, de nuevo, apareció la presión de la cristalización. Al chino se le encogió el brazo y Gutiérrez devolvió el break para alcanzar la muerte súbita. El asiático acusó el golpe y cayó con claridad en un desempate en el que el terrícola sudamericano demostró tener más poso y recursos que su rival sobre polvo de ladrillo.
Y es que el chino es el clásico jugador de pista dura. Condiciones explosivas y golpes potentes y planos -sobre todo el revés-. Al verse por debajo, Te se la jugó y empezó a disparar cañonazos a las líneas. Gutiérrez mostró entonces su gran capacidad defensiva y contrarrestó los ataques del asiático con bolas liftadas para incomodar sus golpeos. Así hasta que los nervios aparecieron. Break de Gutiérrez para ponerse 5-4 y servicio. Contrabreak de Te. 5-5. Y otra vez la misma jugada. Nadie ganaba su saque.
El toma y daca era espectacular y el nutrido público que se acercó al club se divertía. Era el momento de otro tie-break. Era el momento de Gutiérrez. De nuevo el brasileño fue notablemente superior en la muerte súbita ante un Te que se rindió y cedió el desempate por un 7-0 que permitó al conquistador brasileño clavar su bandera en tierra viguesa.n

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