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Carmela Cardama. Atleta viguesa profesional
Carmela Cardama Báez (Vigo, 4 de diciembre de 1996) se encuentra en Vigo recuperándose de una tendinitis antes de volver a la ciudad de Boulder, en Colorado. Allí tiene la base de entrenamientos con su equipo de profesionales, el On Athletics Club, que pertenece a la marca suiza On Running.
¿Cómo fue la temporada?
Empezó muy bien con en el octavo puesto en el Europeo de cross, que fue un puesto que quería, pero no esperaba. Lo que sucede es que después llevo desde diciembre arrastrando molestias y sin continuidad. Y, por último, en verano tuve que renunciar al Campeonato de Europa de pista y todavía estoy ahora recuperándome de una tendinitis. Fue una pequeña rotura en el tendón postibial con mucho líquido. Tras la etapa universitaria, aumenté mucho la carga de entrenamiento y creo que me han salido todas las debilidades que tenía. Espero que hayan salido todas ahora y ya el próximo curso no tenga tantos problemas. En la actualidad, el atletismo es un trabajo y todavía entreno más que antes. Lo que no estoy entrenando estoy intentando recuperar y tengo muchas más horas de fisio, de pesas y de estiramientos. Se dice que para mejorar y agrandar un músculo hay que romperlo y estoy en ese proceso de romper y recomponer. Al intentar llegar al límite, puedes encontrarlo.
¿Lo habló con su entrenador?
Es algo que me costó mucho. En la universidad e, incluso, cuando estaba en Vigo, los objetivos eran muy a corto plazo. Pensaba en esta temporada, en tres meses o en tres semanas. Y, ahora, esto es mi trabajo. Todo está centrado en un ciclo olímpico y ese es el objetivo. Es París o Los Ángeles 2028. Hay que tener ese punto de vista. Igual toca sacrificar este año o lo que me habría gustado conseguir esta temporada, a cambio de meter ese kilometraje para ganar esa fuerza que me haría falta para llegar a París.
¿Es un contrato a largo plazo?
Sí, sí. Estoy con On Running, que es una marca Suiza y el grupo de entrenamiento en el que estoy en Boulder (Colorado) es OAC (On Athletics Club). El contrato es para los Juegos Olímpicos de París y el objetivo es llegar allí. Funcionan así y estoy muy contenta. La marca me da mucha seguridad porque me ven como una atleta a largo plazo y quieren apostar por mí al margen de lo que haya pasado este año. Existe ese objetivo final y las expectativas son que todo el mundo pueda estar al nivel de disputar los Juegos Olímpicos o, en su caso, el Mundial o el Europeo. Es un conjunto muy joven, que comenzó hace dos años. Somos un grupo de cuatro atletas y todas estamos a ese nivel de Mundiales o Diamong League. Quizás fui yo la que no llegó a ese nivel, pero es el primer año. La verdad es que inspiración, motivación y gente a la que seguir no me falta.
Al final, es como un centro de alto rendimiento.
Similar. Somos un grupo y todos estamos con la misma marca, con el mismo entrenador, el fisio y tenemos un gimnasio para nosotros. En un centro de alto rendimiento hay muchos más deportistas y otras disciplinas. Es la diferencia.
¿Lo más difícil es hacer la vida social?
Sin duda, es dificilísimo y, sobre todo, viniendo de la universidad, que es una vida que te consume totalmente. Tienes marcadas las horas de entrenamiento, las de estudiar y hasta las sociales. Ahora no hay espacio para esas horas sociales. Y me hacen gracia cosas cotidianas. Por ejemplo, un día me despisto y voy al supermercado un sábado y lo veo lleno. Y, claro, me sorprendo mucho porque, normalmente, voy un día de semana después de entrenar por la mañana y no hay casi nadie. De pronto, veo un montón de gente. Incluso, el día de rodaje largo, que es el domingo, lo cambiamos al martes para no encontrarnos a otros deportistas en los caminos. Es como una burbuja.
¿Se fue usted sola?
Firmé al acabar la universidad y me decidí entre otras marcas. Pero sí, me fui en solitario. Es cierto que este verano se vino el español Mario Romo, que lo tendré de compañero. Pero sí que fue un cambio. Después de años en Estados Unidos, me manejo bien en inglés y es algo que ayuda. Eso sí, hace cinco años, no esperaba llegar aquí. Yo decidí irme a Estados Unidos para estudiar y para practicar atletismo, pero tomé la determinación porque me interesaba mucho la investigación y era lo que más me llamaba y, en España, no podía hacerla. No pensaba que pudiera llegar a esta situación de ahora.
El contrato es hasta París, ¿se llega a obsesionar con ese objetivo?
Como atleta de alto nivel, tengo tendencia a obsesionarme, vamos a dejarlo claro. Pero si algo he aprendido este año es a tener más paciencia. Mi entrenador, Dathan Ritzenhein, tiene mucha experiencia y me está ayudando mucho en este aspecto. Sabe enfocarme bien. A mí lo que me gusta es competir, correr y ver que lo hago bien. Y, claro, ahora estoy mucho tiempo en la bicicleta y en la piscina. Espero que, tras la lesión, vuelva a correr y disfrute todavía más de poder hacerlo, aunque vaya un poco arrastrándome (risas).
¿Cómo es su día a día?
Hago muchas cosas añadidas al trabajo de carrera que, al principio, no te esperas. Tengo una o dos horas de fisioterapia a la semana, dos sesiones de pesas a la semana, también tiempo de recuperación como estiramientos antes y después de entrenar… Son muchas cosas añadidas al propio entrenamiento de carrera, que son tres días fuertes a la semana de una única sesión y otros dos o tres más con doble sesión, de menos intensidad.
Entre la prueba de 5.000 metros y la de 10.000, ¿cuál prefiere?
Pues, hasta ahora, siempre dije que el 10.000 porque me había ido muy, muy bien, pero este año tuve dos en los que llegue a la mitad e iba pensado: por favor, que me digan que pare porque no puedo. Entonces, ahora mismo voy a hacer el 5.000 porque tengo una relación con el 10.000 que, actualmente, es difícil. Esperemos que vuelva a cambiar en el futuro.
Cuida la alimentación, ¿tiene nutricionista?
Es algo que me interesa y, fuera del deporte, me gusta cocinar. Además, también tengo que hacerlo mucho. Este año, además, me centré más en ello y sí que tengo una nutricionista especialista en deporte que es Krista Austin. Es una crack de todo esto y se enfoca mucho en todos los aspectos alrededor del deporte. En la comida, pero también en lo que tienes que tomar en el entrenamiento, en cuándo hacerlo… Todo para que yo no tenga que verlo. Me ha ido muy bien. Son detalles que pueden marcar mucho la diferencia.
¿Utiliza el psicólogo deportivo?
Ya tenía de antes, de cuando estaba en la universidad. En este caso, estoy con psicología Arca, que es de Vigo, y me va bien. Me llevan desde hace tiempo y no he querido cambiar. En el instituto comencé con ellos porque ahí hicimos unas sesiones de psicología deportiva. Después, lo dejé, pero con el covid, volví. Al estar en Estados Unidos sola, noté que lo necesitaba porque fue un agobio tremendo. Vi que tenía que cuidar esa parte, que no lo estaba haciendo y, después, ya seguí con ellos. Y ahora tenemos una sesión semanal, me va bien y creo que es algo que me hace falta.
En su nueva vida viaja más, pero puede parar menos en Vigo.
Ahora, con la lesión, sí que llevo varias semanas aquí. Sumo cinco y es el periodo más amplio en los últimos años. Más adelante voy a estar menos tiempo, pero vendré más veces porque vendré a Campenatos de España o a clasificatorios para el Europeo. Mi idea es mejorar como atleta y creo que, durante mucho tiempo, me sentí desconectada del deporte español y se nota. En el Europeo, las personas que estaban narrando no sabían quién era. Sí que deseo ser un referente del atletismo español, que se me conozca, porque represento al equipo cuando voy a competir fuera. Nací en Vigo y creo que se puede ser conocida y referente.
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