Hazañas sin premio
La trayectoria del primer equipo impedirá luchar por el ascenso al Celta B, como ya pasó en la 2003/04
Cinco años después, podría repetirse la misma historia. En la 2003/04, el mejor Celta B de todos los tiempos se clasificó para la fase de ascenso. La jugó, pero sin opciones. El Celta había bajado a Segunda. Futbolistas como Oubiña o Jonathan Aspas militaban en aquel equipo del que, sin embargo, sólo uno de sus componentes, Iago Bouzón, juega hoy en Primera.
Todo buen seguidor celeste recuerda con amargura el mes de mayo de 2004. El equipo cayó a Segunda después de trece años en Primera y tras jugar la Liga de Campeones esa misma campaña. La decepción cundía en Balaídos. El estado depresivo en el que vivía inmerso el celtismo por aquel entonces sólo se vio compensado por una pequeña alegría. En Barreiro, un grupo de chavales conseguía una gesta histórica. El Celta B, por primera vez, se clasificaba para jugar la liguilla de ascenso a Segunda. Por desgracia, fueron a ella como simples invitados, ya que el descenso del primer equipo les impidió luchar por lo que habían buscado durante meses. Ahora, cinco años después, el Celta B se encuentra en una situación similar. A pesar de estar a tan sólo dos puntos del play-off, nunca podría disputarlo. Rafa Sáez fue el entrenador de ese equipo hasta la jornada 31, ya que luego pasaría a dirigir a la primera plantilla (Javier Maté le sustituyó). El técnico pontevedrés no duda al afirmar que fue la mejor generación del filial. El 90 por ciento de los jugadores se han consolidado en el fútbol profesional. Borja Oubiña, Jonathan Aspas, Iago Bouzón, Israel, Nacho Franco, Isaac o Jorge Rodríguez formaban parte de un equipo que se encaminaba hacia un cambio de ciclo. De hecho, todos estos hombres pasaron a engrosar la primera plantilla céltica, aunque con suerte dispar.
Lejos de Vigo Oubiña se asentó en el Celta. Aspas también, aunque más tarde tuvo que emigrar a Italia. El resto, se vio obligado a ganarse el pan lejos de Vigo. La mayoría lo hace en los campos de Segunda B y Tercera, con una excepción. El redondelano Iago Bouzón encontró su hueco en el Recreativo y, a día de hoy, es el único de aquella generación que juega en Primera. Sáez está convencido de que muchos más lo podrían hacer: Aquella temporada supuso un punto de inflexión para muchos jugadores. Por circunstancias personales, algunos no han podido llegar más lejos, pero hay muchos casos de futbolistas consolidados. El filial jugó la fase de ascenso ya sin alicientes, pero echó mano de toda su profesionalidad. Le tocó en suerte batirse a Pájara Playas, Cultural Leonesa y Lleida. Los catalanes acabaron ascendiendo y los vigueses terminaron en una más que digna tercera posición tras sumar dos empates y una victoria en seis encuentros. Son muchas las similitudes entre aquel equipo y el actual, pero también existen diferencias y alguna de ellas, muy acusada. En la 2003/04, el 95 por ciento de los futbolistas del filial eran gallegos. La mayoría, además, venían del juvenil. Ahora, se ha perdido un tanto este carácter gallego y más de la mitad de los chavales han llegado de fuera de la comunidad. La globalización no escapa ni al Celta B.
Bouzón: Aquel era un equipo de gente gallega que sentía los colores Tuvo que marcharse de Vigo para asentarse en la elite del fútbol español. En Huelva, lo ha conseguido. Iago Bouzón cumple su cuarta temporada en el Recreativo, donde es titular indiscutible y uno de los capitanes. El redondelano recuerda con cariño su estancia en el filial celeste y, sobre todo, la campaña en la que rozaron la gloria: Nos fue muy bien durante la temporada. Teníamos mucha ilusión, pero a la fase de ascenso fuimos casi como invitados. Después de que el primer equipo bajase, lo que habíamos conseguido parecía que no servía para nada. Resta importancia al hecho de ser el único de aquella plantilla que milita actualmente en Primera y le da un pequeño tirón de orejas al Celta por no haber contado con muchos de esos jugadores. No se le sacó todo el provecho a aquel equipo. Algunos de esos futbolistas podrían estar jugando ahora en el Celta, dice. Por último, destaca las fortalezas de aquella plantilla: Aquel era un equipo de gente gallega que sentía los colores.
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