CELTA

Un equipo autoindefinido

El céltico Iago Aspas trata de superar la marca de Sergio Álvarez durante el partido disputado ayer en Ipurua.+
photo_camera El céltico Iago Aspas trata de superar la marca de Sergio Álvarez durante el partido disputado ayer en Ipurua.+
De nuevo un pésimo partido, con un juego sin definición incapaz de llegar a la portería rival con peligro y fallos en todas las líneas.  Escribá reconoce que "perdimos nosotros" y el equipo enfila hacia los último puestos. Mallo pide autocrítica por el mal inicio.

El Celta corre el peligro de no saber a qué juega. Y, lo que es incluso peor, de que los resultados le obliguen a jugar de una manera. Ayer en Ipurua, intentó basarse de nuevo en su trabajo atrás y volvió a carecer de llegada arriba. La diferencia es que cometió un craso error defensivo. Derrota justa para un grupo de nombres que necesita definirse como equipo. 
La cuestión es convertir lo antinatura en una nueva naturaleza. O, al menos, en un añadido resultón. El Celta tiene jugadores para juguetear con el balón. Para, a partir de él, levantar su edificio futbolístico tirando desmarques, líneas de pase, combinaciones al primer toque... Pero, desde hace tiempo, se echaba en falta unos cimientos seguros para el edificio. De ahí que Fran Escribá y los suyos se hayan esforzado en los últimos tiempos en volverse un equipo sólido antes que fluctuante en ataque. Sin embargo, hay que tener cuidado con lo que se desea porque a lo mejor se consigue. Una vez hechos los cimientos tiene que aparecer esa calidad que sea determinante arriba. Y la mezcla todavía no es, ni mucho menos, la ideal. En el cemento céltico, hay más arena que agua.
Le dio Escribá de salida a Brais la alegría de una titularidad que no disfrutaba desde la aparición de Rafinha, que se quedó en el banquillo. Además, Okay, tras el descanso del jueves, recuperó el puesto de pivote que estaba predestinado para él desde la pretemporada y Beltrán fue el sacrificado. El resto, los mismos que jugaron tanto ante el Atlético como ante el Espanyol. El técnico celeste tiene claro, si no su once ideal, su diez.
Comenzó el partido con el Eibar amagando. Con ese deje de perro viejo resabiado que, a imagen y semejanza suya, le ha dado José Luis Mendilibar,  el conjunto vasco pareció amagar de inicio en su habitual capacidad para plantarse en campo rival. El Celta tenía el balón pero, como viene siendo norma, no inquietaba nada la portería rival. Y los locales, poco a poco, fueron siendo ellos: presión arriba, posesión en nada recreativa sino vertical y múltiples centros desde las bandas, con sus laterales –ayer uno era De Blassis– de delineantes. Kike avisó a los 12 minutos de que la receta, no por repetida, pierde validez. De hecho, su quinta esencia sucedió a la media hora, cuando Orellana intentó dos goles olímpicos desde el saque de esquina de forma consecutiva. El camino más corto es el mejor. Una estirada de Araujo para evitar el remate de Kiko  a centro de Inui cerró la primera acometida del Eibar. De hecho, los últimos minutos de la primera parte fueron, de nuevo, de control de balón del Celta. Incluso, de su incapacidad para llegar a portería contraria se salvó un buen pase al primer toque de Iago Aspas –el moañés, que ha perdido protagonismo en el área, está dando lecciones en esa suerte del fútbol que genera más superioridades que cualquier otra– que dejó a Denis entrando en el área. El de Salceda recortó pero su disparo se marchó fuera.
Todo lo que no había sucedido de trascendente en los primeros 45 minutos se concentró en los 15 primeros de la segunda. De inicio, una brillante acción de De Blassis y Expósito, que se inventaron un gol en dos toques majestuosos, el último una vaselina perfecta. Tocó aplaudir la calidad de los dos jugadores locales. A continuación, el Celta por fin empezó a combinar. Aparecieron Aspas, Denis y Brais y el mosense dispuso de una ocasión tras un brillante cambio de juego. Hizo bien el recorte, pero la inocencia de su disparo la agradeció Dimitrovic con una parada. Poco después, un centro suyo dentro del área tras una pared con el moañés  no pudieron rematar por poco ni Mina ni Aspas.

Un claro error atrás

Era el mejor momento de los pupilos de Fran Escribá por juego con balón. Pero se rompió atrás. En una jugada sin aparente peligro, el Eibar aprovechó un agujero en la banda izquierda para que Orellana recorriese metros y cediese para el tanto de Inui. Sin embargo, una mano de De Blassis en el origen de la jugada, VAR mediante, dio otra vida a los célticos. Una vida que tiraron por la borda prácticamente en la siguiente jugada: presión con dos futbolistas a Aidoo en el inicio del juego y el ghanés se equivoca queriendo regatear a ambos. Inui roba y le devuelve la asistencia a Orellana, que cierra la jugada adornando con dos amagos llenos de criterio.
La impotencia céltica para crear arriba convertía cualquier esperanza de reacción en una quimera. Con Rafinha en el campo en vez de Lobotka, la posesión fue del Celta pero una vez más infructuosa. El equipo vigués se fue de Ipurua con una derrota y, lo que es más grave, con una preocupación: de ser un conjunto que se definía por su ataque ha pasado a ser uno que necesita no encajar para no perder. El penalti errado por Aspas es la perfecta imagen del presente.

Eibar:
Dmitrovic, Cote (Tejero, min. 46), Arbilla, Oliveira, De Blasis; Edu Expósito, Sergio Álvarez, Escalante; Inui, Kike García (Charles, min. 77), Orellana (Pedro León, min. 74).
Celta:
Rubén Blanco; Hugo Mallo, Joseph Aidoo, Néstor Araujo,  Lucas Olaza; Brais Méndez (Toro Fernández, min. 85), Okay Yokuslu (Pape Cheikh, min. 67), Stanislav Lobotka (Rafinha Alcántara, min. 62), Denis Suárez; Santi Mina y Aspas.
Árbitro:
Martínez Munuera (Comité Valenciano). Amonestó a Arbilla, Orellana,Tejero y Lucas Olaza.
Goles:
1-0, min. 47: Edu Expósito; 2-0, min.60: Orellana.
Incidencias:
5.453 seguidores en partido disputado en Ipurua, en la séptima jornada.

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