Perseverancia, insistencia, resistencia o la palabra de moda en los últimos años en el deporte: resilencia. Pudo ser por alguno de esos aspectos, y otros como la confianza o la fe, pero lo cierto es que María Mariño tiró de experiencia para cambiar lo que era una competición con un rendimiento no del todo bueno en su mejor resultado en un Grand Prix, el máximo nivel en esgrima, solo superado por un Mundial. Ocurrió el pasado domingo en Turín.
“Fue una competición sufrida, desde el primer momento. En la poule del viernes no tenía las mejores sensaciones y, luego, fueron todos los asaltos ajustados y en casi todos perdiendo. No fue un gran día de sensaciones, pero pude estar concentrada, tener una buena actitud en la pista y eso fue lo que marcó la diferencia”, admite la tiradora del Esgrima El Olivo vigués, que actualmente reside en Italia bajo la batuta del entrenador Luca Simoncelli. De hecho, en esa fase clasificatoria (poule) perdió dos asaltos, algo poco habitual en ella, y ello le llevó a un cruce con la italiana Beatrice Monaco. Primera victoria por 15-14.
Así amaneció el domingo, día del tablón principal de la competición, con el cruce ante la ucraniana Kateryna Chentsova. Un asalto resuelto, de nuevo, por la mínima y tras levantar un 5-12. Llegó su techo con el cruce en dieciseisavos de final con la italiana Aurora Grandis, novena del mundo, y obtuvo de nuevo el triunfo por un tocado (15-14). “La verdad es que fue curioso eso de ganar tres asaltos por un único tocado. A mí es la primera vez que me pasa y no es algo que se vea mucho. Me sirvió para adquirir confianza sobre la marcha. En el primer duelo, ya comencé por debajo, lo pude remontar y cerrar. Cuando te vuelves a ver detrás y en una situación límite, crees un poco más porque ya le diste la vuelta antes", relata Mariño. Así pasó ronda a ronda. Tiró de experiencia y capacidad mental, además de la técnica, porque “es importante no perder la actitud y las ganas porque nunca sabes cuándo vas a encontrar la solución. Incluso, para el rival, muchas veces el momento más difícil es cerrar el asalto y, entonces, forzar en ese momento y no darte por vencida es importante”.
En Turín se metió en octavos de final del Grand Prix por primera vez en su carrera. Lo hizo a los 30 años y, en ese cruce cayó ante la ganadora del torneo (Ysaora Thibus) y “vigente campeona del mundo. Las cinco primeras del ránking todavía están un punto por encima”, admite la tiradora de El Olivo.
Una actuación gracias a que “el trabajo es bueno. En la competición anterior, también en París, tiré bien y perdí en otro asalto complicado y ajustado. Estoy a un buen nivel, tranquila y con ganas. Las cosas me van saliendo”, explica María Mariño.
La actuación en París se produjo para María Mariño a las puertas del comienzo del ránking olímpico, que se abre el 3 de abril y durará hasta el 1 de abril de 2024. Y, para la cita de París, la clave está en la clasificación por equipos, que es la modalidad que más billetes reparte. “Es algo que está presente. Pero tampoco me quiero obsesionar mucho porque, al final, el trabajo va a ser igual ahora que durante el ránking. Las competiciones son las mismas y la ambición también. Hay que ir paso a paso, competición a competición, porque si no, se puede hacer muy largo”, resume la pontevedresa.
María Mariño es la mejor española en el listado mundial (29ª) tras el buen resultado de Turín. No obstante, en la clasificación por equipos, España, que ahora es octava, debe estar en las cinco primeras posiciones y, de no estarlo, ser el mejor equipo europeo. Actualmente, tendría a Alemania y Polonia por delante, pero cerca. El año de ránking olímpico será duro.
