El fichaje de Filip Bradaric respondía a la necesidad de tapar el hueco que dejaba Lobotka. Pero también, a una oportunidad de incorporar a la plantilla céltica un futbolista capacitado para entender lo que necesita el juego en cada momento. En su debut como titular y en un marco de la dificultad del Santiago Bernabéu, el croata demostró que no solo está sobradamente capacitado para desempeñar ese rol, sino que además tiene oficio para hacerlo ante rivales y en escenarios de primer orden mundial.
El subcampeón del mundo ofreció soluciones simples pero efectivas a la constante problemática que el Madrid generó al Celta durante los 85 minutos que estuvo sobre el césped. Con balón, jugó con sencillez y siempre dando la pelota en ventaja o, al menos, no en desventaja a sus compañeros. Pero fue en la fase defensiva donde sacó a relucir un altísimo nivel. Cada vez que un jugador del Madrid encaraba a uno del Celta, allí estaba Bradaric para hacer una ayuda. Supo entender cuándo debía recular casi a línea defensiva, cuándo había que sacar al equipo hacia delante y, además, ganó infinidad de rechaces y segundas jugadas. Eso no es por casualidad. La pizarra táctica del cerebro del croata le chiva lo que debe hacer. Bueno para él. Bueno para el Celta.n
El subcampeón del mundo ofreció soluciones simples pero efectivas a la constante problemática que el Madrid generó al Celta durante los 85 minutos que estuvo sobre el césped. Con balón, jugó con sencillez y siempre dando la pelota en ventaja o, al menos, no en desventaja a sus compañeros. Pero fue en la fase defensiva donde sacó a relucir un altísimo nivel. Cada vez que un jugador del Madrid encaraba a uno del Celta, allí estaba Bradaric para hacer una ayuda. Supo entender cuándo debía recular casi a línea defensiva, cuándo había que sacar al equipo hacia delante y, además, ganó infinidad de rechaces y segundas jugadas. Eso no es por casualidad. La pizarra táctica del cerebro del croata le chiva lo que debe hacer. Bueno para él. Bueno para el Celta.n