Andrés Túñez, futbolista canterano del Celta recién retirado

Túñez: "Me voy muy orgulloso de que me recuerden antes como persona que como futbolista"

El compostelano, en su último partido con el Pathum United.
photo_camera El compostelano, en su último partido con el Pathum United.

Hace solo unos días que Andrés Túñez (Caracas, 1987) puso fin a una trayectoria deportiva que nació en el Celta, se refrendó en Israel y Elche, se agigantó con la selección venezolana y se coronó en Tailandia, donde pasó nueve años en los que ganó títulos y, sobre todo, vivencias. Ahora ya piensa en regresar a casa. “Hombre, hay morriña”, reconoce al otro lado del teléfono, aún en el país del Sudeste asiático, desde donde condensa en una charla toda una vida dedicada al fútbol y a las personas que encontró en su camino. “Es lo más importante”, resume.

¿Le ha dado tiempo a sentirse exfutbolista?

Con toda sinceridad, es un momento en el que llevo pensando mucho tiempo y la verdad es que estoy feliz de la decisión. Estaba jugando con muchos dolores, con la rodilla mal, con alguna lesión mal curada por forzar. Me voy con la cabeza alta, sabiendo que hice las cosas bien y que en Tailandia me recuerdan más por la persona que por el jugador. Me voy muy contento.

¿Cuándo tomó la decisión?

El año pasado acababa contrato y estaba dubitativo. Pero me llegó la oferta al final y hablando con mi mujer decidimos seguir un año más. Mi hijo mayor va a cumplir seis años y siempre nos propusimos volver a España cuando empezase la Primaria. Así que decidimos disfrutar al máximo de esta última temporada y lo dejamos. 

Nueve años en Tailandia son muchos.

Siempre me tomé el fútbol como un trabajo. Tomé la decisión de venir aquí por dinero, para poder ayudar a mi familia. Iban a ser tres años y mira... Me voy como si fuera mi segunda casa porque me han tratado muy bien. Es un fútbol diferente, de un nivel algo más bajo, pero lo importante es sentirse querido en donde estés. Ha sido una experiencia brutal.

¿Cuánto le ha marcado a nivel personal?

Lo hablo a menudo con mi hermano y con mis amigos y les digo que valoren lo que tienen. Encontrar un país con el nivel de vida que hay en España es muy complicado. Los futbolistas tenemos unos salarios muy altos y vivimos en una burbuja. No te preocupa pagar luz, agua o comida. No te das cuenta de lo que es la vida real. Y a veces hay que pararse a pensarlo. Aunque la gente no lo crea, la vida en Tailandia es muy cara comparada con Galicia.

¿En qué lo ha notado?

Mis hijos tuvieron un virus respiratorio y necesitaron de un ingreso hospitalario de cinco días. Y tuvo que ser a golpe de talonario. 4.000 euros. En España tenemos mucha suerte de disponer de la Sanidad Pública. Son cosas que la gente no valora. Es algo que he aprendido.

Antes, pasó un año en Jerusalén. ¡Vaya ciudad, no!

Muy buena gente. Es cierto que estuve en el Beitar, que es un club muy religioso, que no acepta musulmanes, y era impactante. Pero Jerusalén tiene de todo. Un poder espiritual increíble. Y Tel-Aviv, que es un espectáculo, está a 45 minutos. Viví muy bien y más cuando vino Jonathan Vila en la segunda vuelta. Israel me abrió las puertas de lo que es vivir en el extanjero. Hice amigos, aprendí muchas cosas. Y la comida, que era una pasada. Probé en mejor kebab de mi vida en la zona musulmana. 

Y el inicio del camino: el Celta y ese partido de Copa en Girona.

La situación económica del club era mala entonces, pero eso fue una suerte para los canteranos. Aquel partido era para perderlo y centrarnos en Liga. Recuerdo que fui para ser suplente y cuando llegué allí Eusebio me dijo que iba a jugar. Fue una sorpresa. Tuve la suerte de que mi compañero fue Noguerol, que es una gran persona y un gran jugador, que me ayudó muchísimo. Me salió bien y, a partir de ahí, ya todo el mundo sabe lo que pasó.

Pasó un ascenso.

Con siete o nueve canteranos en cada alineación. Era una pasada. Conseguir subir juntos fue un sueño cumplido, pensar que íbamos a jugar en el Bernabéu o en el Camp Nou con nuestro equipo. Fue una suerte lograrlo con amigos. Siempre me acordaré de aquel partido contra el Xerez en casa, en el que expulsan a Sergio tan pronto. ¡Qué partido! Le dimos la vuelta, ganamos 4-1 y ahí tuvimos claro que íbamos a ascender.

Y de disfrutar a sufrir. ¿Cómo recuerda el debut en Primera División y aquella agónica permanencia del 4%?

Sabíamos que tocaba sufrir. Para casi todos era la primera vez en la categoría y se demostró en partidos perdidos por errores de novatos. Tuvimos la suerte de ganar al Espanyol con ese gol de Natxo Insa y que el Dépor perdió. Fue un año de aprendizaje y realmente muy difícil. Pero también nos sirvió de refuerzo porque, al final, los canteranos que llevamos al Celta a Primera lo dejamos en Primera. Cumplimos el objetivo. Y no es nada fácil consolidar a un equipo recién ascendido. 

 En una charla sobre una trayectoria no es fácil hablar de una acción concreta, pero me arriesgaré: ¿cómo vivió aquel gol anulado en el campo del Betis por un fuera de juego que no era por dos metros?

Cuando el club se juega mucho dinero, los jugadores también en los contratos, es difícil porque es un partido que puede decidir tu descenso. Te quedas con cara de tonto y me dio pena porque habría sido mi primer gol. Por suerte, no tuvo efectos y se quedó en una anécdota.

Y al año siguiente, Luis Enrique lo descarta.

Es fútbol. Hay que aceptar que cada entrenador tiene sus gustos. Recuerdo una charla con Unzué, en la que me dijo que si entrenase con más intensidad sería distinto. Es verdad que había veces que no trabajaba bien y fui realista. Él fue honesto. Me dijo que no contaba conmigo y que sabía que me jugaba estar en una Copa América. Tuve tiempo para buscar otra opción y me fui. En ese sentido, estoy agradecido con él. 

Acaba de decirlo: la Copa América. ¡Vaya experiencia!

Increíble. Fue tremendo. Nos fuimos un mes antes para Venezuela para hacer una pretemporada en la que nos mataron. De verdad que nos mataron. Entrenábamos hasta tres veces al día, correr, correr y correr. El torneo lo empezamos bien, ganando a Colombia. Sabíamos que nos la íbamos a jugar con Perú porque a Brasil no lo cuentas. Pero Amorebieta agredió a un rival y nos dejó con diez a los cinco minutos. Fue muy complicado pelear y perdimos. Con Brasil lo intentamos, pero perdimos 2-1. No pudo ser y siento que Venezuela no llegase más lejos. Pero la experiencia fue increíble y nos fuimos con la cabeza alta. Es algo que me llevo conmigo.

Uno de los sueños que cumplió en el fútbol. ¿Le quedó alguno?

La verdad es que no. Todo el mundo sueña con ganar una Copa América, una Liga española o jugar un Mundial. Pero yo soy muy realista. Conozco mis limitaciones y sé lo que puedo conseguir. Estoy orgulloso de lo que hice y, sobre todo, de que me recuerden como una buena persona antes que como futbolista. Es lo más importante. 

Lo que queda de cualquier grupo humano son las personas.

El fútbol es ganar o perder, cometes errores, juegas buenos partidos, partidos horrorosos. Yo me acuerdo bien de todo. Pero lo más importante es ser honesto, tratar bien a todo el mundo y no creerse más que nadie por ser futbolista. Es lo que me llevo conmigo y de lo que más orgulloso me siento. 

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