ALEJANDRO GÓMEZ ADIÓS A UNA LEYENDA

Alejandro Gómez murió ayer junto a su familia

Alejandro Gómez pasea junto a su mujer, Paula Hernández, en las cercanías de su casa de Zamáns el pasado mes de septiembre.
photo_camera Alejandro Gómez pasea junto a su mujer, Paula Hernández, en las cercanías de su casa de Zamáns el pasado mes de septiembre.
"El Galgo de Zamáns", de 53 años, considerado el mejor atleta gallego, padecía un tumor inoperable. Instituciones y deportistas lamentan su pérdida y elogian su figura, que tenía un brillante palmarés nacional e internacional Págs. 16-19 

Alejandro Gómez le gustaba más correr que llegar a meta. Por eso alguna que otra vez tuvo dudas sobre si estaba en la última vuelta de un circuito o no. Cruzó líneas finales creyéndose ya ganador y tuvo que seguir corriendo y dejó de esprintar alguna vez porque pensaba que aún no era el último giro. Siempre con su zancada limpia, larga, elegante. Ayer por la mañana murió rodeado de su familia. Cruzó una meta que quisieron hacerle inminente hace diez meses, cuando le detectaron un tumor inoperable en el cerebelo, y que él estiró para poder despedirse. Esta vez, él marcaría el final.

La noticia, difundida por sus familiares, no fue menos dolorosa por esperada. Alejandro no ocultó desde el principio la gravedad de su situación pero su fortaleza física lo llevó a aguantar el tratamiento y a alargar su vida. Porque quería dejar todo atado. Sentir el cariño de los más cercanos y acercar en lo posible a los que el tiempo había alejado. Con Paula Hernández, su pareja, compartió cada día tras contraer matrimonio en el hospital en aquellos días en los que la enfermedad quiso llevárselo con inusitada velocidad y no pudo.
En su casa de Zamáns y con sus niñas de la Unión Deportiva Mos, donde ejercía como preparador físico en los últimos meses tras su paso por el Sárdoma. Así pasó los últimos meses, recibiendo de inicio un aluvión de visitas y de actos públicos y, después, conviviendo con una enfermedad que le dio semanas soportables.

"No soy el mismo de antes, pero intento cambiar lo menos posible. Es un trance más de la vida que tengo que pasar. Trato de pensar en mí y en afrontar el día a día", comentaba el pasado mes de septiembre a este diario el propio Alejandro. "Al principio era duro darme cuenta de que había cosas que no podía hacer. No echo nada de menos ni de más, sólo me adapto a lo que sí puedo hacer", señalaba con esa capacidad innata de adaptarse al terreno que se presentase, por escarpado que fuese.
El Galgo de Zamáns, apodo que lo unió de por vida a su parroquia, era consciente de que no le quedaba mucho tiempo de vida, pero se centraba en aprovecharlo. "Espero que se me considere como un hombre bueno antes que como un gran atleta. Yo creo que lo hice lo mejor posible como persona y es lo que tiene que valer", hablaba con la conciencia plena de que cada mensaje dado iba a ser recordado tal día como ayer, cuando muriese.

La triste enfermedad le permitió recibir en vida el reconocimiento público general que él mismo aseguraba siempre que, quizás, le había faltado durante sus dos décadas de actividad atlética. "En ese momento, creo que no se me reconoció. Pero sí me siento bien con lo que hice", decía. Y respecto a los últimos homenajes, apuntaba que "algó sí compensaron, pero no se reparó al cien por cien".
Ahora, la prematura muerte de Alejandro Gómez deja huérfanos a sus familiares, a sus amigos, a sus niñas futbolistas, a su club de canicross y a su queridos perros y perras. Pero, más allá, también al atletismo gallego y español, a una especialidad como el fondo que en Galicia fue casi religión y a un parque de Castrelos que fue cuna de campeones, el más grande el propio Alejandro.
Medalla de oro de la Federación Gallega y Vigués Distinguido fueron algunos de los reconocimientos que le fueron otorgados en los últimos meses. Él los recibió con el orgullo del que se sabe merecedor y la humildad de quien no gusta de los focos. Con esa turbada relación con el atletismo, que tanto le ha hecho disfrutar y que tanto sufrimiento le ha ocasionado. En vida, vivió la gloria en momentos irrepetibles; tras su muerte, la gloria para él será eterna.

El cuerpo de Alejandro será velado hoy en Pereiró y enterrado después en Zamáns

Las normas sanitarias imperantes impedirán que hoy la despedida a Alejandro Gómez sea multitudinaria. El cuerpo del atleta vigués fue trasladado ya en la tarde de ayer al tanatorio del cementerio de Pereiró, donde se organiza el velatorio hoy desde las 10:30 horas hasta las 16:00. En la sala sólo se permite la presencia de cinco personas a la vez, por lo que la familia ruega que las visitas sea breves y en grupos reducidos.
A las cuatro de la tarde se procederá a la conducción del cadáver para el funeral y el entierro, que se celebrarán a las 16:30 horas en la iglesia Parroquial de San Mamede en Zamáns, la parroquia que lo vio nacer y donde vivía actualmente. En la liturgia sólo se permitirá un tercio del aforo total del recinto religioso, mientras que al entierro sólo podrán acceder 15 personas, por lo que quedará para su familia y amigos más cercanos.

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