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Samuel González, ciclista vigués especialista en ciclocross
Samuel González (Vigo, 1 de agosto de 1997) regresó esta campaña a la Copa Galicia de ciclocross tras dos años apartado en los que preparó una oposición a bombero. En su etapa anterior sobre el barro, intentó ser profesional e, incluso, disputó varias pruebas de la Copa del Mundo. En su regreso reconoce que “estoy mejor de lo esperado”. Marcha tercero en la general élite y sub-23.
Este año volvió a la competición tras dos temporadas, ¿cómo fue el recuentro con el ciclocross?
La verdad es que muy bien. Se notaron las dos temporadas que estuve sin correr. Me encontré con varios jóvenes, sub-23, que dan mucha guerra. Estoy disfrutando porque las primeras carreras fueron una vuelta a casa y ahora estoy adquiriendo el ritmo para poder luchar con ellos. No esperaba estar en las posiciones delanteras y estoy peleando por las primeras posiciones en élite.
¿Echaba de menos esas salidas codo con codo?
Sí, sí, y eso es algo que siempre se me dio bien. Las primeras vueltas son mi especialidad y eso sí que no lo he perdido. Las salidas las sigo haciendo bien, pero sí que se nota en el final de carrera no tener una preparación más específica. Estoy entrenando bien, pero no es lo mismo que entrenar sólo para el ciclocross.
Destacó en categorías inferiores, pero llegó el momento de preparar la oposición a bombero porque no había salida.
Llega un momento que, si no ves una salida clara o un apoyo para seguir, decidí preparar una oposición. Fue lo que me sucedió a mí. Nadie te asegura nada, pero es una salida más segura que el ciclismo porque, además, este deporte obliga a gastar bastante dinero. Hubo una época en la que viajaba para acudir a Copas del Mundo y es algo muy complicado. Ahora compito en Galicia y me lo tomo, dentro de que peleo por los primeros puestos, como un hobby. No tengo esa aspiración de disputar los primeros puestos en el calendario español.
¿Es difícil tomar esa decisión?
Llegó cuando me ofrecieron correr en un equipo continental de carretera (la tercera categoría del ciclismo). Me dieron unas condiciones, pero luego empezaron a ser otras y me di cuenta que eso no era para mí porque todo era distinto a lo que me habían contado. Ahí fue cuando me planteé: ¿si no corro aquí, qué hago? ¿Voy a seguir como hasta ahora? Sabía que no y opté por un cambio radical. Lo que sí deseaba era hacer algo que me obligaba a entrenar porque me gusta estar en forma. Y las pruebas de bombero me obligaban a ello. Al principio fue duro porque la bicicleta es dura, pero no tiene mucho que ver.
¿Cambió su cuerpo?
Tuve que hacer mucho trabajo del tren superior y, con el tiempo, pude pasar las pruebas. El cambio fue radical. En un año, más o menos, estaba preparado para superar lo que se pedía. Se puede hacer, pero hay que sacrificarse mucho y entrenar. En todas las oposiciones creo que lo que prima es el estudio. Al final, me quedé fuera en una prueba añadida, en la que había que rescatar un muñeco de un contenedor. Yo no pude salir del contenedor, como a otros muchos porque no se podía practicar antes. Sí que me quedé con pena, pero no fue por preparación. La causa fueron las circunstancias.
¿Se pasa más presión en las pruebas físicas de la oposición o en una carrera?
La gente me decía que ya tenía que estar acostumbrado, pero lo cierto es que no sentía mucha presión porque no competía contra nadie, lo hacía contra el tiempo o para hacer una marca. Por ejemplo, en las dominadas, sabía que tenía que hacer 19 y era consciente de que llegaba porque lo hacía entrenando. En una carrera hay más variables y estás más nervioso.
Al menos, de ir a una Copa del Mundo, le queda el recuerdo.
Es otro ambiente y un nivel superior. El recuerdo es bonito porque en una temporada disputé cinco. Como experiencia está bien, pero compites contra gente que tiene otra estructura y yo tenía que organizarlo todo. Buscar el hotel, la forma de enviar las bicicletas, el avión... Se hacía bastante complicado y es algo que me costaba mucho, además del gasto que conlleva. Después, allí luchas por hacer un top-20 o un top-30 y no por ganar la carrera. Pero lo disfrutas. Esa temporada hubo una carrera en Alemania y otra en Dinamarca y viajaron mi padre junto a su primo desde aquí hasta allá porque en avión era imposible. Está bien, pero no es la mejor manera. Es una locura.
¿Sigue la actualidad del ciclocross?
Nunca lo dejé de ver. Existen dos grandes corredores, que son Van Aert y Van der Poel, que están a un gran nivel. Da igual lo que corran, destacan en todo. Por ejemplo, Pidcock, que ahora está en Ineos, era el que ganaba las carreras cuando fui yo a la Copa del Mundo. Puedo decir que corrí con él, es una experiencia.
¿Encontró un nivel más bajo en Galicia que antes?
En élite igual no hay un gran nivel, pero sí que en sub-23 y juveniles lo hay. A nivel español están disputando las carreras en las primeras posiciones y eso quiere decir que algo se está haciendo bien. Después, ya es más complicado dar ese paso en sénior hacia ser profesional o tener un apoyo importante. Si quieres vivir de esto, hay que hacerlo fuera de España y es una modalidad muy cerrada y que presenta muchas dificultades para acceder a esos equipos belgas u holandeses que dominan esta disciplina. Fichan a los deportistas de la zona y, de España, el único que logró estar compitiendo con ellos es Felipe Orts, y lo hace con un equipo español. Aunque seas bueno, es muy difícil que se fijen en ti y te fichen. Para poder despuntar en el ciclocross tienes que vivir allí.
Lo que sí se está demostrando es como una modalidad ideal para la formación.
Aunque nunca me dediqué a un nivel alto de carretera en categorías inferiores, sí que siempre escuché que no era bueno para los ciclistas porque, después, les perjudicaba en la carretera. No dejaban a los jóvenes correr. Y ahora estamos viendo que gente que va al Tour está haciendo la temporada de ciclocross. Malo no es y esta idea está cambiando.
En Galicia está dominando Miguel Rodríguez en el primer año sub-23, ¿ya lo conocía?
Sí, sabía de su nivel en juveniles, pero tampoco llegué preocupado por esto a las primeras carreras porque no conocía mi nivel. No sabía si podía estar disputando o si iba a estar de décimo. Ahora, más metido en carrera, quitando Miguel, sí que estamos igualados. Está por encima y él quedó cuarto en la Copa de España. Lo intento aguantar en las primeras vueltas e, incluso, sí que busco escaparme un poco en las carreras llanas o más técnicas en los metros finales. Pero siempre me pasa porque está más fuerte.
¿Disfruta más este año que otros?
Al tomarlo de esta manera, más tranquila, sí. En Galicia ya corría más liberado, pero al ir fuera, sí que me metía presión para intentar que la gente se fijara en mí y acceder a algo mejor. Ahora corro para disfrutar. Eso sí, me esfuerzo igual porque soy muy competitivo, pero para mí. No busco que un equipo me fiche ni nada parecido. Si hay resultados, mejor, pero no espero nada en concreto.
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