La investigación sobre el cineasta Antonio Román (Ourense, 1911-Madrid, 1989) por Pepe Coira llevó a la recuperación por parte de la Orquesta Clásica de Vigo de la figura de Teódulo R. Páramos, violinista y compositor (Tui, 1905-Vigo, 1970). El músico tocó en los principales cafés, teatros y varietés de la ciudad desde los locos años 20 hasta mediados de siglo, en que se embarcó como músico en los trasatlánticos que cruzaban el océano.
Las pesquisas de Pepe Coira sobre la película ya desaparecida “Canto de emigración” le llevaron hasta Vigo. Páramos, el nombre del autor de la banda sonora fue uno de los hilos de los que tiró y logró contactar con su nieta, a través del musicólogo Alejo Amoedo. La viguesa Ana Vaqueiro, profesora del Conservatorio de Vigo y violinista, custodia las partituras manuscritas de su abuelo en varias cajas. “Me gustaría que se publicasen, sin ningún ánimo de lucro, porque considero que forman parte de nuestro patrimonio”. En su caso la vocación musical saltó una generación, “ninguno de los hijos de mi abuelo estudió música, de hecho mi madre se llevó un disgusto cuando le dije que me quería dedicar a esto, recordaba la difícil vida que tuvo que llevar su padre”.
Entre los papeles que atesoraba había piezas donde combinaba tangos, foxtrots, música tradicional gallega y obras clásicas de moda. También se encontraba la banda sonora de “Canto de emigración”, que ahora Vaqueiro toca, con el violín de Páramos, en la Orquesta Clásica de Vigo: “Es muy emocionante, revivir algo que había quedado en el olvido”.
La Clásica interpreta este tema en la recreación que de la película hizo Coira y que se estrenó en septiembre en el festival de cine de Ourense. El sábado 25 la proyección con música en directo llega al teatro García Barbón.
El segundo resultado de esta investigación es la publicación de “Canto de emigración. Historia da música de Teódulo R. Páramos”, de Manuel Martínez, director artístico de La Clásica, donde cataloga y contextualiza su obra: “Teódulo era un músico de café, un obrero de la música, siguiendo sus huellas nos encontramos con una gran actividad de conciertos en cafés, teatros e incluso descubrimos un sello de un local de varietés de la rúa Pracer, algo que colocaba a Vigo en la vanguardia musical”. Martínez destaca el carácter cosmopolita que tenía la ciudad gracias al puerto. “Era un espacio de intercambio, donde salían y entraban barcos, dando acceso a las partituras más novedosas que eran las que demandaban los viajeros; me sorprendió muchísimo la vitalidad del momento”. El libro, que se presenta este martes en Artes e Oficios, recoge gran movilidad de los músicos vigueses en la primera mitad del siglo XX, dada la gran oferta existente.
