El televisivo Carlos Sobera (Baraklado, 1960) visita mañana Vigo para representar “Miles Gloriosus” en el teatro García Barbón. Se mete en la piel de un militar fanfarrón del antiguo Éfeso que recibirá un escarmiento por sus vicios. El actor y presentador habló para Atlántico sobre esta pieza que tras ser un éxito en el Festival de Mérida, triunfa de gira por los teatros.
En esta obra asume labores de producción y de interpretación, ¿es fácil compaginar ambas responsabilidades?
Es muy fácil. El 99% de mi tiempo lo dedico a estar sobre el escenario, solo un 1% se destina a poner en pie la función. Cuento con un equipo que se encarga de llevarlo a término.
“Miles Gloriosus” aborda temas muy contemporáneos con una contextualización clásica.
Los clásicos tratan temas universales que siguen teniendo vigencia después de miles de años. La obra ridiculiza a un tipo de hombre soberbio, egocéntrico y narcisista. Una clase de hombre que aún existe actualmente y también a niveles muy importantes de la política, que con su comportamiento provoca consecuencias importantes para todos.
Son cuestiones muy serias tamizadas por la comedia. ¿Es importante tomarse la vida con humor?
Lo es. También es algo que hacían muy bien los clásicos, el humor es fundamental para analizar temas con un trasfondo más grave. Si se toma una actitud moralista, se viene abajo el efecto que puede causar. Con el humor se burlan de los defectos, se ponen de manifiesto y se corrigen, al tiempo que facilita que el espectador saque sus propias conclusiones.
Suben ocho actores al escenario. Un elenco muy amplio para los tiempos que corren.
No es habitual ver producciones con tantos actores, sobre todo en el teatro privado. Lo normal son obras de cuatro o cinco intérpretes. Resulta muy costoso sostener un elenco de ocho tanto en su actuación en Madrid como en la gira. Eleva el precio y resulta complicado negociar con las administraciones. Tenemos que arriesgar e ir a taquilla, pero el público se merece lo mejor y no tener que conformarse siempre con producciones menores. Es una forma de preservar el carácter sociocultural que tiene el teatro.
Y el público parece que responde. ¿Esperaban esta reacción en taquilla?
En Mérida fue un exitazo con siete sesiones completas y en la gira, en más del 90 por ciento de las funciones hay muy buena entrada. Ese fue uno de los motivos por los que alargamos el tour. El público demanda un programa de calidad y era una pena que se quedase solo en el festival de Mérida.
Su trabajo en televisión le aporta una gran popularidad. ¿Hay espectadores que van al teatro buscando al presentador de “First Day”?
No, nunca. El público del teatro está muy cultivado a nivel cultural. Escoge las obras en función del contenido. Es muy importante que conozcan a uno, pero el texto teatral es el que prima a la hora de comprar la entrada. En general en todos los registros el público es inteligente y no tiene los prejuicios de la profesión que tiende a encasillar.
Y como profesional, ¿es difícil defender formatos tan distintos?
Cuando llevas más de 30 años trabajando, no lo es. La gente ya sabe muy bien lo que espera en cada momento.
