El Consello de la Xunta, ayer lunes, daba el visto bueno a la Declaración del Corpus Christi como “Bien de Interés Cultural”, BIC, en la categoría de Patrimonio Inmaterial, con los informes favorables del Museo do Pobo Galego, la Universidad de Santiago y el Consello da Cultura Galega. El decreto valora la festividad, ceremonias y técnicas artesanales tradicionales, y concluye que, el Corpus Christi, constituye un ritual festivo reconocido por su carácter social, valorando la confección de un conjunto artístico con variadas representaciones y símbolos con significación cultural más allá del ámbito religioso, para vincularse con la cultura popular. Y reconoce que la protección BIC de esta fiesta se debe al elevado conocimiento y desarrollo de técnicas artesanales tradicionales, mencionando expresamente el proceso de creación ornamental: alfombras florales, cruceros vegetales y altares, todo un conjunto de arquitecturas efímeras. “Es un reconocimiento que ya deberíamos tener y que por fin está aquí”, comentaba ayer mismo a este diario la alcaldesa de Ponteareas, Nava Castro. "La declaración tiene en cuenta la tradición de los portales, el recorrido, materiales…..todo está ahora protegido”. Y “esta declaración BIC, nos da categoría de ‘centro histórico’(que no teníamos), con las calles que adornan los alfombristas en Corpus” a quienes agradece todo su esfuerzo y colaboración para conseguir el reconocimiento BIC. Y lo mismo por parte del presidente de la Asociación de Alfombristas do Corpus Christi, señalando a este diario, que “reconocer una tradición de 200 años es una satisfacción, y aquí se reconoce la labor de todo un pueblo por conservar esa tradición, no solo las alfombras”, afirmaba Miguel Ángel García Correa.
Dos siglos de tradición
La festividad del Corpus Christi es una fiesta eminentemente católica medieval, basada en el culto a la Eucaristía. Una tradición que fue adoptando elementos populares folclóricos y del ciclo agrario de primavera, que al llegar a la Villa de Ponteareas, adquirió elementos diferenciadores del carácter popular gallego: “Las alfombras de flores” que son el punto más representativo y reconocible, y que ha ido transmitiéndose de generación en generaciones por parte de las comunidades locales (el gremio de los alfombristas), que mantienen los canales de participación desde hace más de 200 años como tradición de todo un pueblo que ha sabido guardar su más preciado legado durante dos siglos.
