Pablo Durán y su salto antes del salto

Un pequeño Durán de 9 años -2º izquierda, fila inferior- junto a sus compañeros y el técnico Hugo Álvarez.
photo_camera Un pequeño Pablo Durán de 9 años -2º izquierda, fila inferior- junto a sus compañeros y el técnico Hugo Álvarez -1° derecha, fila superior-.
Previo a su escalada de cinco categorías en dos años hasta debutar en Primera, el delantero del Celta pasó por dificultades para encontrar equipo en Preferente cuando terminó su etapa formativa en Tomiño

Ya se sabe que el acervo popular dice que nunca es tarde si la dicha es buena. Y que la constancia y el no rendirse venden mucho en películas, series, literatura y demás creaciones artísticas. Muy bonito. Pero lo realmente difícil es trasladarlo a la vida y cumplirlo día a día. Hasta hace dos años, Pablo Durán era un chico que disfrutaba del fútbol como tantos y tantos. Y además, se dejaba todo en cada partido y en cada entrenamiento. De esos hay menos. Con esas credenciales, aspiraba a jugar en Preferente Autonómica tras terminar su etapa formativa en el Tomiño. No fue nada fácil conseguirlo. En ese momento, apareció el Porriño Industrial y después vino lo que ya todo el mundo conoce: el Compostela, en Segunda Federación, el Celta B en Primera Federación y, el pasado sábado, el debut en Primera División con el equipo celeste. Todo en apenas dos años.

Pero antes del gran salto hubo otro salto. Quizá no tan enorme en lo cuantitativo, ni en lo cualitativo ni, desde luego, en lo mediático. Pero sí de una importancia capital para la generación del Pablo Durán futbolista. Del Pablo Durán persona. El atacante tomiñés quemó etapas en el club de su pueblo, una entidad humilde y trabajadora, a la que el futbolista céltico ha salido a imagen y semejanza. “Entrenaba siempre a cañón. Era una bestia”, recuerda Hugo Álvarez, ahora técnico del Juvenil del Choco y, entonces, entrenador del pequeño Pablo en benjamines y alevines. Quien lo ve a diario en Mos sabe que esa manera de trabajar no ha cambiado.

Cuando inició la etapa juvenil, Durán pulió sus problemas de confianza y se convirtió en el referente de un Tomiño que, eso sí, competía en Liga Gallega. “Era nuestro capitán. Era una animalada cómo trabajaba en los partidos y en los entrenamientos”, recuerda David Merino, el técnico de aquel equipo. En esa tesitura, la Preferente Autonómica aparecía como la mejor opción en el paso a sénior. Pablo tenía el Alertanavia como destino, pero el ascenso del equipo vigués se anuló por una alineación indebida. El Guardés apareció como alternativa. La única. Hugo Álvarez trató de ayudarle y se lo ofreció hasta a cuatro equipos de la categoría. Todos lo rechazaron. Era el verano de 2020.

En aquella época, David Merino descolgó el teléfono y llamó a Manu Losada, que dirigía al Porriño Industrial. “Le dije que viniera a probar”, recuerda el preparador de A Louriña, que se acordaba del chico porque lo tuvo en un campus cuando era infantil. Y allí fue. Pablo hizo una prueba de 15 días dentro de un grupo de varios jóvenes, algo muy habitual en esas categorías. Losada respetó ese periodo y no le dijo que se quedaba hasta que acabó. Pero lo tuvo claro mucho antes. "El primer día", enfatiza. A los pocos minutos del primer amistoso, se giró al banquillo en pleno partido. "Este chico se va a quedar porque va a otro rollo", le dijo a su gente.

Pablo Durán, de niño, junto a varios compañeros del Tomiño (segundo por la derecha en la fila inferior).
Pablo Durán, de niño, junto a varios compañeros del Tomiño (segundo por la derecha en la fila inferior).

Así fue. Durán hizo la pretemporada y se fue ganando el sitio poco a poco. De hecho, no fue hasta la jornada 5 cuando empezó a jugar con continuidad. “El único miedo que tenía él era meterse en un sitio que no fuera serio”, expresa Hugo Álvarez. “Losada le ayudó mucho”, añade. Y el técnico porriñés, con algo de rubor, lo reconoce. “Es que había que ayudarlo”, confirma, al tiempo que desvela la ilusión que le hizo que su expupilo le regalase la camiseta que vistió en el Compostela la temporada pasada. “En el momento que saltaba al campo era un espectáculo”, explica Merino, también fundamental en el modelaje del delantero del Celta.

Porque, en la vida, es imposible conseguirlo todo solo. En algún momento se necesita una mano. “Es una persona de 16. De las que no hay en el fútbol”, proclama Losada, que recuerda cómo bajaba y subía la cuesta desde el vestuario al campo: “Siempre corriendo”. Pero, más allá de cables, el trabajo ha sido el mejor piolet en su escalada. “Todo lo que ha hecho Pablo, es de Pablo. Se lo merece”, agrega su técnico en Porriño.

Después llegó el fichaje por el Compostela. Un salto de dos categorías que, en principio, no iba a ser tal. “Fue a probar con el filial, pero cuando entrenó con el primer equipo ya no volvió a bajar”, destaca Álvarez. “Tenía cosas especiales. Era diferente. Y así se lo dije a Rodri -técnico del Compos el pasado curso-”, recuerda Losada.

A partir de ahí, la historia conocida. Temporada espectacular en Santiago, fichaje por el Celta B y por último, debut en Primera. Sin cambiar un ápice. "Siempre está sumando. Le dices que tiene que barrer y él barre", bromea Hugo Álvarez. Durán disfruta del lado competitivo del fútbol. “Es un chaval que necesita sentirse exigido, que quiere entrenar cada vez más y mejor", añade el actual técnico del Choco juvenil. Pero el tomiñés también es feliz con la parte más humana del juego. “Es un chico muy cercano, que necesita sentirse protegido. Ahí es cuando realmente está bien”, especifica Losada. Álvarez lo refrenda. “Muchos amigos suyos juegan en el Tebra de Tercera Regional y suele ir a verlos los domingos”, revela. Un ejemplo de que, pese al enorme subidón que ha vivido en los últimos dos años, Pablo Durán mantiene los pies en suelo. Porque antes de este salto hubo otro salto. Y los que quedan.

“Pablo, si tú quieres, vas a vivir del fútbol”

El debut de Pablo Durán en Primera División el pasado sábado en Almería fue el último paso de un camino difícil. Es la senda del futbolista. El tomiñés alcanzó la élite sin haberla tocado antes. Su etapa formativa, en A Carballa, transcurrió por categorías humildes dentro del Tomiño. En juveniles no pasó de Liga Gallega. “En su primer año tenía muchas dudas sobre sí mismo”, recuerda David Merino, que todavía sigue dirigiendo a este equipo en la entidad tomiñesa. “Siempre fue un chaval muy autoexigente. Y eso le pasaba factura porque siempre quería más”, rememora el técnico. Es aquí cuando entra en juego la importancia de ser compasivo con uno mismo. “Él pensaba que no hacía las cosas bien, pero realmente sí que las hacía", destaca. 

El entrenador recuerda una charla con Durán. “Pablo, si tú quieres, vas a vivir del fútbol”, le dijo Merino, que desvela que el protagonista le recordó hace poco esa conversación. “A partir de ahí empezó a creer en sí mismo y a moderar la autoexigencia. Creció mucho”, destaca el técnico del Tomiño juvenil, orgulloso de ver debutar a su pupilo en Primera. Todavía queda piedra que picar para Durán, como para cualquier jugador de 21 años que empieza en esto. Pero parece claro que David Merino no se equivocaba con su profecía. 

Te puede interesar