Primera victoria del Celta ante su afición

Los jugadores del Celta  felicitan a Larsen por su gol, que les dio la victoria sobre el Granada en Balaídos.
photo_camera Los jugadores del Celta felicitan a Larsen por su gol, que les dio la victoria sobre el Granada en Balaídos.
Vence al Granada en Balaídos (1-0) con gol de Larsen y rompe la racha tras 12 partidos sin ganar. Aspas fue expulsado. Marián Mouriño y Caballero, juntos en el palco

Doce jornadas y 106 días después, el Celta volvió a ganar. En un partido pobre entre dos pobriños. Un gol en una acción a balón parado y, cómo no, una expulsión para aumentar el drama. Pero, por una vez, se aguantó.

Entre el barullo, sale ganador el que más empeño pone. Al menos, eso es lo que quieren creer los que pasan horas ordenando el desorden. Ese medio natural de los equipos que se han olvidado de lo que es tener premio a los méritos y saben perfectamente cómo se castigan los deméritos. Para deshacer la madeja, Rafa Benítez buscó manos sin callos de culpabilidad. Ristic, Cervi y Dotor ofrecían esa posibilidad de cambio, que se agrandó con los problemas físicos de Starfelt que rescataron a Carlos Domínguez de la inopia.

 

 

No es suficiente, pensó el técnico vigués. El Granada tenía que encontrarse algo inesperado, que le diese unos minutos al conjunto celeste para hacer sentir al rival, a la grada y a sí mismo que iba a ir por el partido. El Celta adelantó metros su posicionamiento para vivir, en la ofensiva, del error ajeno al menos tanto como del acierto propio. No era un acoso del balón, pero sí ha er acto de presencia en la mitad de campo granadina. Y probar a disparar desde el primer segundo. Si la victoria no llegaba, que no fuese por insistencia.

Un ecosistema propicio para Tapia. Ese futbolista con afán de robar cada balón que encuentra y con la convicción suficiente como para impulsarlo hacia delante aunque sea a empujones. Su ímpetu tuvo el contagio suficiente como para que el Granada, tan débil en lo mental como el Celta, sufriese para ver, allá a lo lejos, a Guaita. La receta cobró todo el sentido cuando en una acción a balón parado (esos paréntesis que intentan hacerse con el control de todos los párrafos) el Celta marcó. El barullo llevó el balón a Larsen de espaldas a portería y el noruego marcó de tacón. El plan se cumplía, pese algún susto como una salida intempestiva de Guaita fuera de su área.

Hace tiempo que para el Celta el balón no es una prioridad. Por eso, se lo cedió al Granada y, con el paso de los minutos, fue retrasando más las líneas, pero sin sentir agobio en el área propia. El partido se sustanciaba en mucha pelea uno contra uno, de la que los célticos salieron con demasiadas tarjetas. Una clave para lo por venir, la de Kevin para evitar una salida a la contra visitante. No había ímpetu celeste para buscar el segundo, pero tampoco empeño granadino en empatar. Pasaban pocas cosas, como también gusta últimanente el equipo vigués.

El descanso le sirvió al Granada para recordar qué argumentos ofensivos tiene y cómo explotarlos. Y el fundamental es, sin duda, Bryan Zaragoza. Tras marearlo cambiándolo de banda en los primeros 45 minutos, tras el parón se asentó donde es más peligroso, en la izquierda, y convirtió a un equipo incapaz de hacer daño en un rival peligroso. Porque Kevin, con una amarilla, no daba abasto ante la táctica de juntar la calidad del atacante granadino con más compañeros por la zona. Con Bamba un tanto ajeno, las opciones se multiplicaron para el contrincante, aunque nunca bien finalizadas.

Las sensaciones eran otras. Ahora era el Granada el que estaba más cerca de aprovechar un error, como estuvo a punto de hacerlo un ex como Lucas Boyé tras una pérdida en el centro del campo. Guaita aguantó y negó el disparo del argentino entre sus piernas.

Lo primero era cerrar la vía de agua. Salió, de inicio, Mingueza para ejercer de lateral y poder probarse en el cuerpo a cuerpo. Y, poco después, reforzó esa banda Luca de la Torre. Y el Granada vio cegado su camino hacia el área celeste y se perdió en un juego demasiado frontal. Incluso cuando una entrada a destiempo de Aspas en una circulación granadina dio con los huesos del céltico en el vestuario vía expulsión.

Quedaba mucho, más con el descuento. Pero, una vez más, el Celta logró que no pasase nada. No hubo disgusto en el descuento y sí la primera victoria de la temporada en casa. Por fin. Nada está hecho; pero, al menos, tampoco deshecho.

Te puede interesar