El Celta se burla del destino

Luca de la Torre y Jorgen Strand Larsen marcaron los dos primeros goles celestes. Douvikas sentenció.
photo_camera Luca de la Torre y Jorgen Strand Larsen marcaron los dos primeros goles celestes. Douvikas sentenció.
Con una alineación más férrea que nunca, logró su victoria más contundente del curso merced a la eficacia

Tiene ese deje jugón, casi sarcástico, este Celta. Esa capacidad de amenazar derrumbe casi con sadismo y reconstruirse lo suficiente como para seguir en pie y no matar la esperanza. Ayer, con una alineación que presagiaba de todo menos disfrute, el equipo vigués sumó tres puntos en un derroche de eficacia en las dos áreas -afortunada en la propia y perspicaz en la ajena-,  precisamente de lo que no ha podido presumir en toda la temporada. Una victoria que permite seguir con la cabeza fuera del charco, oteando un horizonte mejor. Porque la esperanza no ha muerto.

Cuando menos te lo esperas, Rafa Benítez idea una novedad. Y la junta a otras para inventarse un nuevo todo. Repitiendo nombres, algunos, pero casi ninguna demarcación. Apenas la de Guaita, obviamente, y la de Carlos Domínguez. El resto, o nuevos en el once respecto al duelo con el Girona o ocupados de otros menesteres posicionales. Porque el giro no fue copernicano y no  incluyó el dibujo, en esencia muy parecido al de la jornada anterior -tres centrales, dos carrileros, dos mediapuntas, dos centrocampistas de banda y un delantero-, pero sí el perfil de los jugadores elegidos. No es lo mismo rodear a Aspas de Larsen y Douvikas por las bandas que dejar al moañés sentado y rodear al noruego de Luca de la Torre y Óscar Mingueza.

El menú sonaba extraño. También le extrañó a Osasuna, que recibió con sorpresa la presión en su campo de los célticos. No encontró una mecánica de juego clara, pero sí tuvo capacidad de pisar el área celeste. De nuevo, tuvieron los vigueses algún pecado original, en forma de pérdida de Unai en la salida esta vez, pero Guaita metió una mano a disparo de Budimir. Los pamploneses mostraban su gran tara en el duelo de ayer, la falta de contundencia. La que lo llevó a acabar con 18 disparos y sólo un par de ellos entre los tres palos.

 

 

Había logrado el Celta evitar una salida anímica de los locales. Su posicionamiento, más adelantado que otras veces, alejaba el peligro de su portería salvo por la concesión, una vez más, de demasiados saques de esquina. El repliegue funcionaba, con Tapia de central diestro y Jailson haciendo pareja con Beltrán. El trabajo era arduo pero lo fundamental fue que se acertó en la primera salida. Luca de la Torre condujo con criterio tras apoyarse en Migueza en la salida para abrir hacia Larsen. Y el noruego buscó el ángulo con la diestra para batir a Sergio Herrera de tiro cruzado. La efervescencia tuvo continuidad enseguida, con otra acción protagonizada por el curioso tridente ofensivo celeste. Esta vez, Mingueza encontró a Larsen en profundidad y éste puso el balón en el corazón del área para que De la Torre realizase un buen movimiento de nueve y marcase.

Como es natural, los dos goles encajados en dos minutos dañaron a Osasuna. Los pamploneses seguían sin descifrar la manera de atacar la estructura celeste, carente de ataque pero férrea atrás sin necesidad de meterse en área propia. El punto débil era la concesión de saques de esquina y faltas laterales, con Catena -de cabeza- y Raúl García -de remate desde el borde del área- haciendo peligrar la buena ventaja celeste.

Jagoba Arrasate tomó los mandos tras el descanso. A falta de lucidez, insistencia. Hizo que su equipo pasase de cinco a cuatro defensas y empujó al Celta hacia su propio campo. Aquel posicionamiento más adelantado quedó en el olvido y comenzó el sufrimiento real. Osasuna atacó con denuedo pero ayer era un conjunto romo, siendo capaz de crear en Guaita apenas una inquietud, pero nunca miedo. Hubo remates, por momentos por doquier, pero sin dirección. 

Los locales empezaron a pulir cambios mientras Benítez, fiel a su credo de tocar lo menos posible el equipo cuando el marcador sonríe, apenas realizaba retoques por cansancio: Douvikas por Larsen a la hora de juego; el debut de Allende al entrar por el otro debutante, Manquillo; y Manu Sánchez para pisar su anterior estadio casi al final por el incansable Luca.

Con tanto centro, Budimir y Raúl García encontraron sendos remates. Desviados. Y Douvikas sentenció en una acción de calidad de Jailson. El Celta, una vez más, salió de un atolladero. Como es obvio, la clasificación sigue apretando pero la esperanza encontró oxígeno en Pamplona. Aunque sea asistido.

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