Nuevo fiasco del Celta en Copa: eliminado en Mallorca

El Atlético Baleares dejó fuera a los vigueses (2-1), que jugaron la segunda parte con su equipo titular.

El Celta cayó ayer eliminado de la Copa del Rey porque fue netamente inferior al Atlético Baleares, equipo de Primera Federación. Pésima primera parte, leve reacción tirando de todos los titulares en ataque y derrota final. El marcador fue esquivo porque lo fue el juego. Quien más mereció, más obtuvo. Por segunda campaña consecutiva, el equipo vigués se queda fuera de la competición copera ante un rival dos categorías inferior. No habrá título una temporada más. Lo que habrá es otra campaña en la que centrarse en no descender. Otra oportunidad perdida.

Hay dos premisas para los equipos de mayor categoría cuando se enfrentan a uno de menor: concentración en las acciones de balón parado y ritmo de juego. La primera para evitar la que debe ser el arma principal del rival. La segunda para mostrar la principal diferencia existente entre un conjunto y otro de dos categorías por debajo. Perogrulladas ambas circunstancias. Y el Celta las obvió ayer ante el Atlético Baleares, con lo que agrandó las opciones del conjunto local y se complicó la vida. 

Se dirá, y con razón, que al once celeste de ayer le falta costumbre de jugar juntos. Pero a los futbolistas de Primera División, con un par de refuerzos del filial como Carlos Domínguez y Gabri Veiga, se les debe exigir, de base, una presencia física mayor que la de sus rivales y una circulación de balón más veloz. Sin embargo, el Celta cayó en el marasmo habitual de estas eliminatorias: un comienzo teniendo el balón sin intención alguna, confundiendo la paciencia con la pasividad. Apenas nada sabía Xavi Ginard, portero local, de los célticos cuando los isleños se adelantaron en el marcador.

Es norma en estos duelos y el Atlético Baleares lo había demostrado con creces en su 5-0 ante el Getafe. El balón parado como argumento que iguala a los equipos, sean de la categoría que sean. Un mero engaño en el saque sorprendió a la defensa local, que dejó totalmente solo a Manel Martínez para que cabecease en carrera, mientras los célticos se miraban unos a otros para saber quién había perdido la marca. Murillo se quedó bloqueado y Dituro no pudo hacer nada.

Lo peor no fue el gol, lo peor fue la nula reacción en cuanto a juego del equipo vigués. Porque lo que eran malos augurios futbolísticos se convirtieron en verdades sólidas. El Celta era incapaz de poner en aprietos al Atlético Baleares, siempre más intenso. Y como no había opciones ofensivas celestes, pues los locales mostraron su naturaleza y empezaron a mover el balón por abajo y con precisión. Fue un crecimiento continuado, que teminó con los locales dominando con suficiencia ya no el marcador, sino también el balón y el partido. La mejor muestra es que la primera mitad se cerró con mayor posesión isleña.

El enfado del técnico celeste, Eduardo Coudet, en el descanso debió ser proporcional al número de cambios decretados en el intermedio, nada menos que cuatro. Había que recurrir al plan A para intentar sacar adelante la eliminatoria copera. Javi Galán por José Fontán, Fran Beltrán por un dolorido Renato Tapia, Brais Méndez por Gabri Veiga y Santi Mina por un desafortunado Thiago Galhardo.

La llamada al orden surtió efecto de salida, con un claro cambio de tendencia en la posesión. Al menos, el Atlético Baleares empezó a sofocarse en defensa de su portería. El balón estaba en los pies de los célticos  y Javi Galán comenzó a dar profundidad por su banda, pero el remate a portería era nulo. Sólo se rompió la tendencia cuando el lateral logró meterse en el área y centrar para que Mina hiciese un primer remate y el rechace lo aprovechase Brais para empatar.

El tanto coincidió, además, con la salida al campo de Iago Aspas, con lo que la apuesta por el ataque titular por parte del Celta era total. Quedaba casi media hora de partido y la tendencia invitaba al optimismo celeste. Pero el Atlético Baleares no se descompuso un ápice. Mantuvo su capacidad para evitarle trabajo a su portero y  aprovechó la que tuvo en ataque. Un buen centro desde la banda izquierda que, previo resbalón de Javi Galán en la marca, encontró un perfecto cabezazo de Manel Martínez.

Quedaba tiempo de sobra (más de un cuarto de hora), pero no fútbol.  El Celta se enredó en el miedo a quedar eliminado, sin dar sensación nunca de poder siquiera enviar el partido a la prórroga. Por no haber, no hubo ni oportunidades. El mal partido celeste terminó como merecía terminar, con derrota y eliminación. Sin un pero. No habrá título para Aspas.

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