El Celta no sabe ganar

El sueco Carl Starfelt trata de despejar un balón que el delantero gaditano Chris Ramos busca con la cabeza.
photo_camera El sueco Carl Starfelt trata de despejar un balón que el delantero gaditano Chris Ramos busca con la cabeza.
El Celta desperdició por falta de ambición un 0-2 para lograr una victoria vital y el Cádiz empató en el descuento

Con otro partido, un empate en Cádiz podría ser hasta bueno; con el que ayer se vivió en el Nuevo Mirandilla, con un 0-2 en el minuto 57, no. Al Celta le perdió ayer la avaricia de querer conservar sus goles sin ofrecer suficiente. Porque el marcador no es injusto. O de serlo, lo es para el rival.

Ganar y mirar para otro lado. Los puntos lo justifican todo y el marcador mata al as, no sólo al tres. La temporada del Celta se limita a la salvación. Que no es poco. Pero tampoco demasiado para disfrutar, que debe estar sobrevalorado en esto del fútbol. Entre dos pobres de solemnidad, un gol es más que un tesoro, es alimento. No es lujo, es imperiosa necesidad. Y el Celta lo disfrutó a los 10 minutos, después de aguantar una salida en tromba del Cádiz mostrando ya su preferencia por la banda derecha de su ataque, por donde se movía Sobrino, a donde caía Maxi Gómez y en la que sufrían horrores Luca de la Torre y, sobre todo, Manu Sánchez. Cualquier parámetro medible en el inicio era favorable a los locales, pero fueron los visitantes los que marcaron en su primera acción con balón: Manu descubre el desmarque de Luca, no apreciado por los gaditanos, y el centro del estadounidense lo dejó pasar Larsen para que Aspas marcase al primer toque. Un solo golpeo vale más que centenares.

 

 

Porque, como era de esperar, los dos equipos calcaron diseño sobre el campo (4-4-2) y apuesta por la verticalidad en los ataques, pero con diferente actitud: el Cádiz iba hacia delante, aún más tras el gol; el Celta esperaba y, sobre el papel, contragolpeaba. Lo que no hizo el tanto fue mejorar al Celta; empeoró al Cádiz unos minutos, pero no demasiados. Porque el golpeo de jugadas hacia el área celeste se mantuvo. Cinco saques de esquina antes del descanso y 10 faltas cometidas por los célticos, demasiadas cerca del área celeste y castigadas por dos amarillas. Claros síntomas de qué equipo era el que merecía más, si es que eso sirve para algo. Porque esas acciones a balón parado locales apenas se sustanciaron en un cabezazo del ex céltico Maxi Gómez en un córner al que le faltó medio metro para ir por dentro de la portería.

Al Cádiz le desesperaba el marcador, bastante; el Celta desesperaba con su juego, más. La torpeza con balón se contagió entre los célticos a partir de la versión más liosa de Renato Tapia. Ya no era una cuestión de apuesta táctica, sino de imposibilidad física para driblar la intensidad defensiva rival con algo de calidad. Apenas una carrera de Allende por banda derecha con disparo cruzado fue todo el bagaje ofensivo celeste antes del descanso, aparte del gol.

El resultado sonreía, así que pelillos a la mar. Tocaba afrontar la segunda parte con la esperanza de que la necesidad del Cádiz jugase a favor. Y que la fortaleza de Unai Núñez en la retaguardia sirviese para controlar tanto balón que sobrevolaba el área celeste. Y que Vicente Guaita estuviese cuando se le necesitase, como al poco de recomenzar el duelo al sacarle un balón a Alcaraz.

El ímpetu llevaba al Cádiz a no estar tan ajustado en la presión y a dejar algunos espacios en campo propio. Los intuyó, más que descubrirlos, el Celta, intentando demostrar que no es totalmente refractario a dar pases. Los problemas físicos de Tapia adelantaron unos minutos los primeros cambios de Rafa Benítez, con Jailson por el peruano y Swedberg por Allende. Y el sueco volvió a hacer alarde de su capacidad para ver portería. En el primer balón que tocó, aprovechó una buena combinación entre Luca de la Torre, Aspas y Manu Sánchez para remachar en el segundo palo. 

Demasiado tiempo

Era el minuto 57. Quedaba demasiado tiempo, aunque el Cádiz pasase por minutos de zozobra casi total, con la grada gritando su disgusto. Mauricio Pellegrino cambió su ataque para limpiar mentes y encontró un buen centro de Sergi Guardiola para que Juanmi encontrase el primer error defensivo grave del Celta en el corazón del área. Lógico, si se tiene en cuenta la cantidad de balones que se movieron por esos lares. El Cádiz veía portería sin ser a balón parados dos meses después. Otro demérito celeste.

No varió el avaro encuentro celeste. Sin capacidad de salida y sufriendo horrores en el área propia, con Guaita de salvador ante Juanmi. Poco o nada que ofrecer más que trabajo y trabajo. Sin demasiado orden, sin nada de capacidad de preocupar al meta rival. Con el Cádiz sumando delanteros y el Celta centrales, se llegó al largo descuento. Y, cómo no, por tercer encuentro consecutivo, el equipo vigués encajó al final. Con otro partido, el marcador sería hasta bueno; con éste, no.

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