Cuando el peruano Renato Tapia llegó a Vigo en verano de 2020, el Celta confiaba en que, en breve, conseguiría la nacionalidad neerlandesa -venía de estar siete años en Países Bajos-. Cuando el argentino Franco Cervi fichó por el conjunto vigués, en verano de 2021, existía similar esperanza pero, en este caso, de lograr la nacionalidad portuguesa, tras sus cinco temporadas en el Benfica. Hoy, tres años y dos años y medio después, respectivamente, los dos continúan ocupando plaza de no comunitario, un cupo que acaba de completar Jailson Marques. Por lo tanto, el mercado de enero queda vedado para los jugadores sin pasaporte continental.
En los casos de Tapia y Cervi, aquella expectativa inicial quedó en nada porque las gestiones en Países Bajo y Portugal no se presentaron con la suficiente previsión. Por lo tanto, ambos han pasado a perseguir ese cambio contractual en España, ya con el Celta de por medio. Unas gestiones que en los últimos años se han complicado respecto a lo que sucedía hace un lustro.
Esta perspectiva de nacionalización también tiene peso en la negociación abierta para renovar el contrato de Tapia, que termina el próximo mes de junio. De momento, el peruano sigue ocupando plaza de no comunitario y como tal se habla de su continuidad en Vigo. Teniendo en cuenta que Cervi tiene contrato hasta 2026 y que Jailson ha firmado sólo hasta 2025.
Obviamente, la situación variaría si uno de los tres abandona el equipo. Cervi tiene opciones este enero, pero no parece que el Celta esté dispuesto a deshacerse de él salvo que el mercado lo convenza.
