Días de reflexión, de valoración y de toma de decisiones, que se traducirán en oficializarlas en los próximos días. Y la primera de ellas pasa por el banquillo del Celta, con un inquilino con contrato, el portugués Carlos Carvalhal. Tiene un vinculación vigente que se extiende hasta el final de la próxima campaña, pero las sensaciones e informaciones procedentes del club y sus propias palabras ante los medios sonaron a despedida en los últimos días.
En lo puramente tangible, el propio técnico reconoció en una de sus comparecencias públicas que dispone de una cláusula liberatoria para romper su contrato con el Celta. Por lo tanto, los posibles obstáculos económicos estarían rotos en virtud de esta opción. Un argumento más que facilitará la toma de decisiones en la calle Príncipe.
La racha de final de temporada arruinó todo el crédito del que disponía el preparador tras un invierno de buenos resultados. Los 21 puntos obtenidos entre enero y marzo sacaron al equipo de la zona baja y lo situaron cerca de Europa, pero las derrotas del tramo final, que culminaron con una salvación agónica, le hicieron perder todo lo ganado al portugués.
“Los años de contrato no son lo que a mí me hace quedar en un club. No me voy a agarrar al contrato. Si la directiva entiende que se terminó, resolvemos esto en un minuto”, llegó a decir Carvalhal ante los medios tras el partido contra el Barcelona en Balaídos y que terminó con el 2-1 favorable al equipo vigués.
No fue la única frase a señalar porque también trasladó la idea de que la plantilla del Celta era limitada en recursos con la frase “no tengo claro si quiero seguir, no quiero vivir otro año igual a este”. Una reflexión con un profundo significado de despedida, de salir de un lugar en el que no estás cómodo y en el que sabes que no te quieren. En todo caso, son episodios de un serial con un final que parece escrito desde antes del duelo ante el Barcelona. De hecho, en esas cuestiones diarias que parecen no significar nada pero dicen muchas cosas, el propio Carvalhal se despidó en la rueda de prensa anterior al partido agradeciendo el trato a los periodistas estos meses. Podía intuirse como una mera formalidad antes del verano, pero todo indica que fue una frase sincera. De adiós real como técnico del Celta. La puerta, vía cláusula, está abierta.
El listado y el que decide
Con una asumida salida de Carlos Carvalhal, el Celta tiene que iniciar o continuar el proceso para traer a otro entrenador y en este punto surge una nueva incógnita que pasa por la dirección deportiva. Desde el pasado año, el club se rige por un modelo de asesoría externa a cargo de Luís Campos, apoyado en Vigo por su mano derecha Juan Carlos Calero. El luso fue el principal valedor de Carvalhal y el que lo trajo al equipo céltico en sustitución de Eduardo Coudet, que ya estaba en el club y con el que su entendimiento fue nulo. Lo heredó, pero sin sintonía.
En caso de confirmarse el cambio en el banquillo, queda por saber si la dirección del Celta vuelve a confiar en Campos o si opta por llevar la iniciativa y tomar ellos una decisión propia. En caso de darse la segunda opción, la continuidad de la asesoría externa del portugués quedará muy tocada. De hecho, la mala temporada y, sobre todo, el escaso rendimiento de los futbolistas fichados este verano, ya cuestionan al director deportivo luso, que llegó a Vigo con la idea de formar un equipo solvente para el centenario y, en el primer año, su labor parece deficiente.
Saber si será el portugués el que apunte el nombre del nuevo entrenador o si se limitará a informar y toma la decisión el Celta y su dirección será algo clave para conocer el nombre. Hasta ahora, la baraja es amplia y, seguramente, se incrementará. El casting está abierto.
