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El Celta Fortuna gana en dos actos
Celta - Real Madrid
Balaídos creía que no iba a pasar otra vez. Que no. Que este Celta de Giráldez era capaz de romper la nefasta racha de resultados cuando el Real Madrid se asoma por Vigo. Y vivió la previa con ese pensamiento, con esa fe, con esa esperanza. Contra el gigante blanco, una onda celeste.
No es un rival cualquiera. De hecho, ya antes genera movimiento en la ciudad para ir a recibirlo al aeropuerto o al hotel. Una parafernalia que pierde adeptos con el paso del tiempo y la mayor identificación de los habitantes del área de Vigo con el Celta.
Ése era el discurso que proponía también el club, que cumplió con lo prometido y sacó a pasear la copa Intertoto, para hilaridad de los propios. Aquello del título que nunca tendrá el Real Madrid y que enganchó a los celtistas para dar un poco más de color y retranca a los momentos anteriores al duelo nocturno.
Faltaba el último empujón y las encargadas de darlo eran Fillas de Cassandra, que en esta ocasión quisieron mezclarse con los aficionados para ofrecer sus cánticos a Balaídos. Como es norma, fueron muy bien recibidas por los seguidores celestes, que ya las asumen como parte de la familia.
Con el partido comenzado, ya se podía calibrar si la asistencia iba a recordar viejos tiempos. El efecto llamada del Real Madrid, unido al habitual del Celta, funcionó, pero no tanto como se esperaba. La barrera de las 25.000 personas dentro del estadio no se superó y no se alcanzó ese mejor aforo en una década. Con todo, las 24.445 personas que juntaron son la cifra más alta desde la campaña 2015/2016, cuando también el conjunto blanco marcó el tope del curso con 24.519.
Nimiadades numéricas cuando lo fundamental es el ambiente. Y este equipo tiene encandilada a la grada, vaya por delante o por detrás en el marcador. El buen desempeño de los jugadores fue un vaso comunicante con el de la afición, que además supo detectar los momentos de fatiga física o mental para aumentar los decibelios. De tal forma que hubo más piropos a los propios que improperios a los ajenos.
Muy pocos en Balaídos se fueron descontentos con el juego del bloque celeste. Porque este Celta no va a ganar siempre, pero siempre intenta entretener a los suyos. Un loable empeño que se agradece. Con esa sonrisa de perdedor si no feliz, al menos satisfecho. Habrá tiempo para récords.
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