Desde su llegada al Celta, y probablemente antes, Augusto Solari sostiene una idea: la calidad de un equipo se mide por la calidad de sus suplentes. Una verdad como un templo. Y el argentino, representante de una época de fichajes sin apenas gasto a cargo de Eduardo Coudet, se ha empeñado de forma profesional en ser el mejor suplente posible.
Desde muchos prismas. Uno de ellos, el de la implicación. Suelen llamar la atención sus celebraciones en el banquillo de los goles del equipo -muchas veces junto a otro suplente de lujo como Kevin Vázquez-. Y trasciende su buena relación con sus compañeros y la capacidad para hacer grupo. En todo caso, esta valoración no debe ocultar la futbolística de un jugador criado en un grande como River Plate y que fue asiduo de una competición continental como la Copa Sudamericana y que tiene un palmarés espléndido: una Copa Libertadores y una Sudamericana con River y dos títulos argentinos con River y Racing.
El pasado sábado, Solari vivió su décima titularidad en el Celta desde su llegada en enero de 2021. Los otros 45 encuentros en los que ha participado ha salido desde el banquillo. Pero el vigués ya es el segundo conjunto de su carrera en número de partidos, con 55, tras superar los 53 de Estudiantes -asiduo titular, 46 veces- y los 51 de River. Por delante, los 72 de Racing, donde también estuvo en el once de forma repetida (53 veces).
Tras salir de River en busca de minutos, vino a España sabiendo su papel. Y lo ha ejecutado con profesionalidad. El próximo mes de junio terminará su vinculación con el Celta. Se irá sin hacer ruido, tras apurar al máximo su periplo celeste pese a que el club lo puso en la puerta de salida en los últimos mercados. No importó. Solari siguió trabajando. Y seguirá haciéndolo las siete jornadas que restan. Sea titular o no. Un suplente de lujo.
El factor Tapia y los tres delanteros
La secuencia de cuatro partidos en apenas diez días está dejando ver algún pequeño cambio en el técnico celeste, Carlos Carvalhal, tal vez con ansia de rotar y repartir esfuerzos. Renato Tapia y su estado de forma da nuevas posibilidades tanto en el centro del campo como en el centro de la defensa. Y en ataque, el entrenador parece más dispuesto que nunca a variar al acompañante de Iago Aspas.
Renato Tapia lleva meses siendo el opositor principal al once inicial. El que siempre estaba ahí pero, en condiciones normales, tenía que esperar a alguna ausencia para hallar un hueco. Desde la llegada de Carlos Carvalhal al banquillo, tuvo dos amagos de adelantar a Fran Beltrán en las preferencias para jugar en el centro del campo junto a Gabri Veiga. Sucedió contra el Rayo Vallecano (jornada 14) y contra el Athletic (jornada 19) pero el pulso lo acabó ganando el ex del Rayo.
Ya desde el parón por el Mundial, el entrenador luso probó al internacional peruano en el centro de la defensa y siempre le agradó. Pero la pareja formada por Joseph Aidoo y Unai Núñez parecía cerrarle también ese camino. De ahí que sus tres titularidades previas a la del pasado miércoles ante el Elche se debiesen a otras tantas ausencias: la del mentado Unai por sanción ante el Atlético, la de Gabri por la misma razón contra el Sevilla y la de Aidoo por unas molestias físicas contra el Real Madrid. En este último duelo ya acabó de convencer y en el último sentó en el banquillo a Unai, aprovechando también que la presente concatenación de partidos invita al reparto de minutos.
En punta, Gonçalo Paciencia ha irrumpido entre los elegibles, que tras la llegada de Haris Seferovic eran el suizo como titular y Jorgen Larsen como primer suplente. En los cuatro últimos duelos, hubo cambios. Primero, Paciencia adelantó a Larsen desde el banquillo ante Sevilla, Mallorca y Real Madrid. De hecho, el noruego se quedó sin jugar ante los blancos. Y contra el Elche, Seferovic, que llevaba seis titularidades consecutivas, no jugó ni un minuto, saliendo el portugués en el once.
Mañana, después tres días de intevalo, vuelve la competición. Carvalhal tiene abiertas opciones de reemplazo en las tres líneas y debe meditar si dar continuidad o no a las intervenciones ya hechas.
