Los guardeses se hacen fuertes en Santa Trega

El “Domingo do Monte” volvió a suponer una peregrinación multitudinaria hasta la cima y una convivencia musical y festiva

Santa Trega se llenó como cada año con la gran celebración de las Festas do Monte.
Santa Trega se llenó como cada año con la gran celebración de las Festas do Monte.

Los cielos inmaculadamente azules de la mañana, parejo con un no menos azul mar, ya anunciaban un día de temperaturas elevadas en las cumbres de Santa Trega, y el calor de la jornada en el Monte ya se preveía desde las cercanías del puerto, donde supuestamente las temperaturas son (deberían de serlo) mecidas por la frescura. Antes de las nueve, todavía somnolientos sonaron ya los primeros bombos que hicieron ladrar a los perros. A Guarda aún durmía, o parecía dormir, salvo para los percusionistas de bombo y tambor. Y poco después, las calles, tímidamente, fueron despertando con otros tambores y otros bombos que se hicieron sentir desde los cuatro puntos cardinales. Y tras los iniciales ajetreos de la jornada, A Guarda se convirtió en una villa abandonada a unos pocos habitantes y al solo paso de los peregrinos del Camiño Portugués da Costa, sorprendidos por un ruido que les llegaba de lejos y un pueblo casi vacío.

Los atajos que acortan la subida al monte fueron cubriéndose de huellas; los coches, por carretera, transportaron los "xantares" y a aquellos que menos fuerzas tenían para alcanzar la cumbre. Después de las once, las bandas iniciaron la ascensión. Por entre los pinos y eucaliptos se dilataron los sones que producen los mazos sobre la piel sintética y el redoble del tambor. La tierra seca se hacía polvo bajo los pies. Y ya en lo más alto, en el Púlpito del Monte, la Banda Negra, la pionera, abrió la “Xura” y al ritmo que marcan aquellos sones se desparrama el vino, el tinto, parte engullido, parte bañando los cuerpos al tiempo que tiñen camisas y ponen regueros de guerra en las caras de los “banderos”, miembros de cada una de las bandas. Y lo que era blanco, o de colores límpidos, adquiere tonalidades violáceas primero, más sucios después por el polvo que, como imán, se les adhiere. A veces las ráfagas de tinto serpentean etéreas y se cobijan en vestimentas y cuerpos de quienes también danzan a aquel ritmo que acelera los cuerpos y hasta las almas, en entorno ancestral.

La “Xura” tiene lugar en el entorno de la ermita, en el mirador, ahora que dicen de “Don Pepe Sobrino”, en el púlpito, en el palco, en la azotea del Museo.... La “Xura” es el acto solemne de los integrantes de las bandas. Es el rito con el que se renueva el compromiso con la banda a la que se pertenece. Se alza el garrafón que guarda el vino tinto. Se lleva a la boca y se traga el líquido a bocanadas y el que no se da engullido rueda sin pudor por las comisuras de los labios y resbala grávido arrebatando colores y pieles. Al mismo tiempo, redoblan tambores y suenan bombos, con sonidos tanto más fuertes cuanto más se detiene el garrafón y se escancia el vino sobre la boca de Baco. Para quien no tiene la fuerza suficiente para alzar el garrafón, siempre hay unos brazos que ayudan.

En el “xantar” se descansa. Salpicón, marisco, empanadas, tortilla y postres caseros; el café, acaso con sus gotas de aguardiente. Si se escucha el tambor, seguro que algún niño aprovecha el momento para usurpar las baquetas mientras que otro se adueña del mazo para comenzar de nuevo la danza y el baile embriagador. A media tarde bajaron las bandas y los romeros y los curiosos. La carretera y los atajos vuelven a invadirse de caminantes que desandan sus pasos. El "Montiño" es el preludio de la despedida, los últimos saltos de una danza con reminiscencias milenarias. Después de la merienda-cena, a las nueve de la tarde, se inicia la Baixada, bandas y romeros entremezclados abandonan los últimos árboles del monte y comienzan un regreso lento, marcado por los sones y los curiosos, que rinden honores con su presencia a los últimos guerreros que alargan aún más la Baixada como si con tanta demora quisieran que las fiestas no llegasen a su fin.

Lo que queda aún

Y este año aún no llegarán a su fin, porque hoy, todavía se celebrará o “Día do Neno" con atracciones al 50% para los rapaces, y a las 24.00 horas, tirada de fuegos de artificio en el puerto y, en la Alameda, actuación de DJ. Y mañana, finalizan las prolongadas Festas do Monte, con dos grupos musicales a partir de las 21.00 horas. Quedan 365 días para volver “ó Monte”

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