Opinión

Pedagogía

La principal obligación de los políticos es explicar por qué hacen determinadas cosas en lugar de otras, cuáles son sus beneficios para el interés general, qué les lleva a autorizar determinados proyecto y cuál es la relación entre el coste y el beneficio de las propuestas. Cuando fallan algunas de estas consideraciones surge la sospecha, la incredulidad, el desafecto hacia la política y, lo peor de todo, el cachondeo. El Ayuntamiento de Madrid acaba de encargar un informe sobre “El impacto de género del soterramiento de la M-30”. Su portavoz, Rita Maestre, muy en su papel, ha afirmado que “por supuesto” los tiene. Pero no ha sabido concretar cuáles son los impactos negativos -¿o positivos?- de esa obra pública que en nuestra ignorancia considerábamos neutra a efectos de género, sin tener otros instrumentos para considerar la idoneidad del estudio. O sea, o el Ayuntamiento de la capital hace pedagogía y se explica, o hace el ridículo.  

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