La variación en el planteamiento táctico explica, por sí misma, la suplencia de Jonathan Bamba el pasado sábado en el duelo liguero ante Las Palmas. Para atacar los espacios en carrera, el técnico celeste, Claudio Giráldez, consideró que era mejor apostar por las piernas de Williot Swedberg que por la mayor capacidad combinativa y táctica del internacional costamarfileño, que acabó saliendo al campo para jugar la última media hora, descuento incluido. Nada raro, pues. Pero el acierto realizador del sueco -digno de estudio con 6 tiros totales para 4 goles, un balón fuera y una parada del portero- trae a colación la mayor tara del ex del Lille desde su llegada a Vigo: la dificultad para ser determinante con goles y asistencias. En concreto, dos y dos; los mismos que Aspas el sábado.
Cierto que Bamba nunca ha sido un goleador regular. En Francia, alternó campañas espectaculares de 13 dianas (18/19) con otras de 1 (19/20 y 21-22). Y lo mismo sucede con los pases de gol, con campañas de 11 (20/21) y otras de 2 (21-22). En su primer año en Vigo, hay que valorar la adaptación a la Liga y el importante paréntesis que supuso para él la Copa de África, que disputó y ganó en Costa de Marfil y que le hizo perderse siete jornadas.
Con todo, tanto para Rafa Benítez como para Claudio Giráldez es un jugador con galones. Tanto es así que con el primero fue titular todas las jornadas menos dos -la última antes de irse y la primera tras regresar- y con el segundo en todas menos ante Las Palmas. Su último gol data de hace justo una vuelta liguera, ante el Athletic en San Mamés; su última asistencia, en Sevilla en el debut de Claudio. Tendrá más opciones.
