Opinión

Más democracia, aunque sea de rebote

Definitivamente, la irrupción de “Podemos” en el arco político nacional, está llevando a los grandes partidos, esos que han tenido y siguen teniendo secuestrada a la democracia en España, a altas cotas de desesperación. Desde la aprobación de una Constitución hecha a medida de quienes habrían de repartirse el poder, aunque en ella se asegurase enfáticamente que el poder reside en el pueblo, la práctica totalidad de medidas adoptadas por los distintos usurpadores, han sido siempre en la dirección de favorecer sus intereses, tanto de grupo como individuales, ya sea entregando el país a los nacionalistas para obtener mayorías (ahora pagamos las consecuencias de tanta dejación), como a las grandes empresas y a la banca para financiarse con los mas negros dineros que a unos y a otros han salpicado, aunque con ello se fuera alejando cada vez más la esencia de la democracia en España.
Ahora, y una vez más, viéndolo cada uno de ellos desde sus propios intereses, no porque a nadie le haya entrado un ataque repentino de democracia participativa, se propone una medida que por primera vez en muchos lustros va en la dirección de acercar al pueblo a sus propias decisiones, de otorgar la gestión (realmente el poder), a quien decidamos con nuestros votos: las alcaldías para las listas mas votadas.
Hasta ahora, las alcaldías eran ajenas a la voluntad popular (como casi todo), pues una vez emitidos los votos, si no había un ganador por mayoría absoluta, la mayor parte de las veces los perdedores elegían entre ellos al alcalde, enmendando la plana al ciudadano, amparados en chorradas del montante de “mayorías progresistas o naturales” aunque en realidad se odiaran a muerte, y memeces por el estilo, repartiéndose el botín a base de cambiar alcaldía por urbanismo, por educación, festejos, deportes, por otra alcaldía cercana, o por el sector desde el que mejor chupar del vote crematístico o de expectativa de voto, y todo ello con la disculpa de la gobernabilidad, entendida generalmente como gobiernos estancos y paralelos, o desde la dictadura mas esperpéntica y populista, jaleada por los inevitables rebaños del voto necio. 
Ahora quien propone la nueva medida es el PP, y como viene siendo habitual, sin explicar nada sobre los pormenores del asunto, lo típico de quien tiene claro lo que quiere (mantener y recuperar alcaldías), pero que no se atreve a decir como, hasta que el asunto vaya aportando alternativas de mayores rentabilidades.
Con independencia de detalles y porcentajes de aplicación (fundamentales), lo verdaderamente determinante es saber si se va a respetar la voluntad directa del ciudadano, haya con ello mayorías o no, o se van a arbitrar soluciones para gobernar desde forzadas mayorías. En el primero de los casos, si la lista más votada no obtiene la mayoría absoluta, le queda la misión de gobernar consensuando las decisiones, negociando con quienes le aporten la mayoría necesaria. Si lo que se busca con la medida es el gobernar con absoluta libertad, sin contar para nada con el resto, se hará una segunda vuelta entre los dos partidos más votados en la primera, debiendo apoyar los votantes de otras alternativas a uno u otro de los dos partidos mayoritarios o abstenerse, lo cual es menos democrático, pero mas efectivo para el ganador. Evidentemente, esta opción, a día de hoy, puede ser suicida para el PP, ya que el arco electoral a la izquierda es mucho mas variado que a la derecha, donde solo existen ellos y, ya a mucha distancia UPyD y Ciudadanos, quienes poca predisposición parecen tener hacia ninguno de los grandes, pero por otra parte, encontrarse con una mayoría no absoluta, les puede suponer un camino de frustración y mayor descrédito hacia la ingobernabilidad.
Lo mas democrático es que gobierne durante cuatro años la lista mas votada, y si a mitad de legislatura no ha conseguido aprobar sus presupuestos, el convocar nuevas elecciones para los próximos dos años, siendo el ciudadano quien habrá de discernir con su voto, si el fracaso se debe a una oposición que antepone sus intereses a los de la ciudad, o de un gobierno que no ha sabido pactar y ceder lo necesario en interés de todos.
De todas formas, finalmente se aprobará lo que mas le interese a quien puede tomar la determinación (PP) y menos al contrario (PSOE), sea o no lo mas democrático, pues es lo primero y no esto último quien inspira la reforma. Lo que no tiene sentido, ni práctico ni democrático, es seguir manteniendo, ni un minuto más, el estado actual de choteo a la voluntad popular, y de reparto de botín entre perdedores.
Portugal ya lo ha hecho, con la sorpresa de ver de alcalde de su segunda ciudad, nuestra vecina Oporto, a un independiente, fruto del hastío de los portugueses hacia los grandes partidos, su ineficiencia y la defensa de sus intereses por encima de los de los ciudadanos. 
Una vez mas, menos mal que nos queda Portugal.

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