Opinión

Los que pagan las cuentas

El mismo día en el que la Federación Inglesa de Fútbol ha multado con 22.500 euros a Pep Guardiola por aparecer en público con el lazo amarillo en la solapa que rinde homenaje a los participantes en las actividades independentistas de Cataluña a los que presenta como presos políticos, uno de ellos, Jordi Sánchez, que permanece en la cárcel en calidad de preventivo, no ha obtenido el permiso del juez para abandonar su encierro y acudir a la sesión del Parlamento catalán en la que un pacto cogido con alfileres pretendía convertirlo en presidente como alternativa a Puigdemont que permanece huido de la Justicia en Bélgica. Sánchez participó en los actos violentos que tuvieron lugar ante el departamento de Economía de la Generalitat en septiembre pasado y permanece encarcelado a la espera de juicio por delitos de rebelión y sedición. El magistrado ha decidido mantener la prisión incomunicada y sin fianza ante el riesgo de pueda volver a delinquir. Es una decisión natural teniendo en cuenta que a lo que Sánchez va a Cataluña desde un centro penitenciario madrileño es a vulnerar de nuevo la ley. Guardiola por su parte ha pretendido engañar a los integrantes de la comisión disciplinaria del fútbol isleño con argucias que parecen querer convertir a estos caballeros en verdaderos imbéciles. Por ejemplo, el entrenador del Manchester City del que se conoce también en Inglaterra su lealtad a la causa independentista, argumentaba que el lazo amarillo no es política sino sentimiento y puede compararse al azul contra el cáncer o el violeta contra la violencia de género. La estampa de Jordi Sànchez subido sobre el techo de un coche de la Guarda Civil arengando a las masas para que cometieran incluso linchamiento deja poco resquicio a la duda…
Esta faceta argumentada por los independentistas catalanes que considera idiota al resto es una técnica muy usada y por lo tanto igualmente irritante. Pero con independencia de esta intención de humillarnos a los que nos oponemos al secesionismo, a mí me sigue pareciendo imprescindible que las autoridades judiciales y la Hacienda pública determinen de una vez y adopten a continuación las medidas necesarias para identificar de dónde salen los generosos recursos económicos que mantienen vivos y dotan de capacidad a toda esta gente. Quién sufraga las costosas cuentas de Puigdemont en territorio belga, quien subvenciona a los que están en la trena, como se financia la vida y milagros de los fugitivos, como sobrevive Mas con todo intervenido… o sea. ¿Quién paga todo esto?

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