Opinión

De lectores y ordenadores

Un estudio elaborado por la Unión Europea manifiesta que uno de cada  cuatro españoles no ha tenido nunca relación alguna con un ordenador  si bien manifiesta también que los segmentos más jóvenes de nuestro país están a la cabeza de los que usan Internet expresando así dos variables de un mismo hecho que en mi ignorancia apenas acierto a compatibilizar. Estamos muy al final de la lista de países que se llevan bien con las nuevas tecnologías y si bien hemos evolucionado al respecto en los últimos años –hace apenas cuatro el porcentaje de españoles que nunca había utilizado una computadora ascendía al 32%- los datos no son del todo esperanzadores aunque lo son menos aún a pesar de sus apreciables mejoras, los de promedios de lectura. Casi un cuarenta por ciento de la población de nuestro país mayor de catorce años no lee nunca. La comunidad más lectora de España es la de Madrid con un 71% y  doce puntos por encima de la media nacional mientras Galicia está entre las que muestran un balance más pobre. En esta tierra nuestra somos lectores aunque sea ocasionales un 54%, cinco puntos por debajo de nivel general y solo superados en pobreza lectora por Andalucía, Asturias, Murcia y Extremadura.
Uno de nuestros autores más prolíficos y dignos de atención y al que difícilmente se acude para mayor desgracia –al contrario de los británicos por ejemplo, los españoles apenas conocemos y queremos a nuestros clásicos- es Pedro Calderón de la Barca, un soldado de fortuna pendenciero y perdonavidas metido a eclesiástico en su madurez que cuando se le agitó el alma por cuestiones de conciencia mudó de contenido su teatro y se especializó en piezas de enorme carga existencial cuajadas de preguntas de grave trascendencia. Narra en su obra cumbre “la Vida es sueño” la fábula del sabio que era tan pobre que solo se sustentaba de las hierbas que recogía y que tras lamentarse de su situación volvió la vista atrás y se encontró a otro sabio siguiéndole los pasos y recogiendo a su vez las que él iba despreciando en su camino.
Eso puede aplicarse a nosotros –en Rumania, el 45 % de sus habitantes no se ha sentado delante de un ordenador en los días de su vida-pero apenas es consuelo. Sobre todo quienes modestamente, nos hemos ganado la vida escribiendo y sin tanto éxito como el de maese Calderón.

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