Opinión

La última batalla

La muerte de Carme Chacón, a la que ha acabado por vencer una cardiopatía con la que ha convivido desde la infancia y a la que se ha enfrentado con la naturalidad, la entereza y el coraje que siempre ha derrochado, parece haber ejercido un efecto balsámico en un partido como el suyo en el que cada dos por tres asoman los cuchillos y en el que en este último tiempo las relaciones han sido sórdidas tirando a  dramáticas. Pudiéramos asistir  la última batalla ganada por una mujer admirable y ejemplar cuyo fallecimiento ha impresionado profundamente a toda la ciudadanía y a la clase política sin distingos de razas ni colores, y que ha devastado literalmente a sus camaradas de partido. Da la impresión de que esta pérdida tan sinceramente llorada por todos ha limado asperezas y ha conseguido acercar personajes irreconciliables.
 Carme Chacón fue toda una personalidad cuya aventura vital no estuvo exenta de profundos avatares. Estudiante excelente y con una formación europea conseguida y bien ganada, fue Alfredo Pérez Rubalcaba quien la descubrió en la administración municipal de Cataluña y cató sus excelencias para llevársela con él y contribuir a que creciera a su cuidado. Chacón pasó mucho tiempo a su sombra hasta que se fue soltando, interviniendo cada vez más en el debate político de su partido e impresionando muy vivamente a sus dirigentes especialmente a Zapatero que la convirtió en titular de Vivienda y, más tarde y en una arriesgada operación de marketing, en ministra de Defensa, pasando revista a las tropas embarazada.
Pero aquella complicidad intensa y fructífera con Rubalcaba terminó en enfrentamiento a cara de perro y Carme Chacón le disputó a su viejo Pigmalión la secretaría general de partido representando la tendencia más joven y renovadora. Perdió por menos de treinta votos y estuvo a punto decolorarse pero la relación con Rubalcaba se quebró irremediablemente y jamás volvió a recuperarse. 
Ella estaba en este último conflicto del lado de Susana Díaz y de un modo incondicional. Y no  debemos olvidarlo. Si su muerte ha servido para remendar tejidos y lañar  hondos rencores, algo se habrá ganado. Pero sospecho que esta es una paz efímera y que dentro de una emana, Chacón es recuerdo y los odios volverán a generarse.

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