Opinión

La izquierda deplorable

Mucho me temo que tal y como tenemos el mundo –sumido queramos o no en un conflicto que ya ha adquirido el rango de guerra aunque las nuevas guerras quieren tanto de cañones como de ordenadores- la ubicación en el conflicto de una parte de la izquierda no tiene otra posibilidad de vida que la benevolencia porque es pura sinsustancia, pura posee y pura e insufrible pedantería barata. Cada poco tiempo nos damos de bruces con ese zuerderío de diseño que poco tiene que ver con  el comportamiento y el sentimiento de la izquierda seria, consciente, comprometida y militante. Es pura incoherencia y para desgracia de la de verdad ha dado con sus huesos en  las artes escénicas donde ha buscado refugio usando la propia caja de resonancia que proporciona el mundo mágico y brillante de la farándula para propagar un mesiánico y obsesivo mensaje adornado de declamación y siempre en clave de falso drama.
 Mientras un socialista como François Hollande -al que todavía le tiemblan las manos tras el impacto sufrido por su país masacrado por las huestes asesinas de los radicales islámicos- recorre el mundo buscando socios para su causa, esa izquierda impertinente, gandula y millonaria a la que le preocupa más le imagen que el mensaje, se da cita para transmitir el viejo mensaje del No a la Guerra manipulando el concepto de la paz y trivializando sin el más mínimo pudor la desgracia ajena. Los muertos anónimos de París, los de Madrid, Londres, Mali y tantos y tantos lugares de la tierra, se lo exijan y se lo demanden. 
De entre toda esta tropa que ha hecho de la protesta política un método de permanencia y entre otras cosas ha convertido la ceremonia de entrega de los premios Goya en un circo, lo más de lo más es la familia Bardem que supera en inconsecuencia todo lo imaginable y que muestra su dolor por los pobres de la tierra mientras vive en mansiones millonarias. La reina de la familia es Pilar, que aparece donde exista una cámara para elevar la ceja, levantar el puño, atarse a un árbol o reír feliz cuando a su niño le otorgan un Óscar y puede codearse con la crema de Hollywood que es donde, como casi todo el mundo sabe, habitan los más desheredados.
Toca otra vez el No a la Guerra y  la comparsa vuelve a la calle con Willy Toledo, Juan Diego Botto, Alberto Sanjuán, los Bardem y ahora Ada Colau. Qué cruz…
 

Te puede interesar