Opinión

La herida que no cesa

Creo haber escrito muchas veces que si no existiera el PSOE habría que inventarlo. El activo cerebro de Cánovas lo entendió de inmediato cuando pastoreó el proceso que devolvió la corona a la dinastía depuesta en las sienes del joven príncipe Alfonso y, convencido de que el nuevo rey no podría aguantar el pulso salvo en un marco de monarquía democrática y parlamentaria, se propuso encontrar un líder a su izquierda que le igualara en sensatez y talento. Lo intentó con Pidal y recibió una negativa, y despreció a Serrano para entregar esa responsabilidad a un intuitivo y respetuoso Sagasta que se comportó admirablemente, fue un gran jefe de la oposición cuando tocó serlo y un gran primer ministro cuando le correspondió gobernar, hasta el punto de que fue Sagasta y no Cánovas quien condujo con prudencia y notable acierto el periodo siguiente, el de la Regencia, que aguardó a la mayoría de edad de Alfonso XIII al que acompañó en su primer consejo de ministros para morirse después en paz tras haber cumplido admirablemente con su deber sin haber traicionado nunca ni uno solo de los principios fundamentales de la izquierda liberal a los que se abonó cuando no era más que un joven ingeniero masón y revolucionario.
No por sabido y anunciado, el caótico estado de sitio que ha estallado en el PSOE deja de impactar profundamente en el ánimo de una opinión pública perpleja que se pregunta cada hora que el conflicto avanza, cómo un partido largamente centenario y de una trascendencia tan honda en el devenir del país ha podido sumirse en una situación tan dramática y disparatada. El PSOE está hoy en guerra abierta tan cruel y enconada como suelen ser las guerras entre hermanos pero los estudiosos de este fenómeno cainita que distingue el devenir de los socialistas españoles saben que esta situación no es nueva y que, desgraciadamente, ha presidido las relaciones internas del partido en cada tiempo en que le ha tocado vivir acordémonos por si sirve, de Negrín e Indalecio Prieto.
La herida abierta en el PSOE de la garganta al escroto es la suma de muchas heridas menores que no fueron suturadas a su tiempo y han ido supurando hasta desembocar en este desaguisado trágico e irresponsable que retrata las flaquezas continuas de un partido tan generoso como miserable.

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