Opinión

Granujas de toda época

Dignatarios corruptos los ha habido en España desde siempre y de todos los pelajes. De hecho, a la hora de elaborar una lista en la que se retraten los sujetos más chorizos de nuestra historia, los expertos parecen haber alcanzado un acuerdo para hacer de Fernando Muñoz -segundo esposo de la reina gobernadora María Cristina de Borbón elevado por ella misma a la condición de aristócrata bajo el título nobiliario de duque de Riánsares- como el más redomado sinvergüenza de todos los que en el país han sido. Se trata de una distinción basada en percepciones más que en hechos fundados pero probablemente merecida. Entre los sujetos cultivadores del entorno real hay muchos granujas que se hicieron millonarios explotando precisamente esa condición. El rey Paquito, marido oficial de la reina Isabel II –la que da nombre al famoso Canal, efectivamente- es otro  de los múltiples saqueadores de fondos públicos que, si bien se pusieron literalmente las botas hablando en términos castizos, no acabaron en la cárcel. Ninguno de ellos que yo recuerde entre los que se movieron en aquel ámbito privilegiado fue a parar allí y mira que los hubo a destajo.
Sabiendo por tanto que no es consuelo y que es muy posible que la disquisición no convenza a nadie, la diferencia entre los corruptos decimonónicos y los de ahora es precisamente el hecho de que ahora si van a dar con sus huesos en la trena más tarde o más temprano y esa es una gran noticia para nuestra salud democrática. El pueblo llano, al que le han asado vivo en estos últimos diez años de crisis galopante, indefensión y zozobra, esta diferencia le sabrá a poco seguramente, y razones hay abundantes para ello, pero es muy cierto que los ladrones de cuello duro que cometían sus fechorías en la España del pretérito no pisaban el caldero y los de ahora, poco a poco y con menos celeridad de la debida, si van entrando. Y muchos más que van a entrar a juzgar por los abundantes frentes abiertos estos días en diferentes puntos de España. La investigación no distingue ni de razas ni colores como decía la vieja canción, y se instruyen diligencias en Cataluña, en Andalucía y en Madrid con personajes muy notables inmersos en estos escenarios y probablemente destinados a acabar entre rejas. Las cosas como son, No están todos los que son ni son todos los que están pero hay ya unos cuantos. Que el ritmo no pare, no pare…
 

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