Opinión

Enormes parecidos

Dicen que los propietarios de animales acaban pareciéndose a sus mascotas y existen pruebas evidentes de esa simbiosis. Recuerdo que el duque de Alburquerque, un noble de incansable afición por los caballos, acabó pareciéndose con enorme propiedad a sus animales favoritos. Tenía una gran fortuna y la empleaba en sus relevantes cuadras de pura sangre, y todos los años se pagaba su inscripción, equipo y desplazamiento para participar en el famoso Grand National de Aitree si bien en mi vida le vi terminarlo. Se daba unas costaladas tremendas y cada año se partía un hueso distinto, un año tres costillas, otro año el esternón, al siguiente la tibia y el peroné y otro más, la escápula por cuatro sitios. Sin embargo el parecido con su montura era tan sorprendente que por la televisión uno apenas distinguía, una vez incorporados, cuál era el jinete y cuál era el caballo. De hecho, se les conocía vagamente porque el caballero llevaba gorra y el animal no.
Este parecido que se acentúa con el paso del tiempo y que se refleja no solo en el semblante sino en los ademanes especialmente de los perros con sus dueños –tengo un vecino que si a su perro le pone corbata sería imposible distinguirlos a ambos en el ascensor- no es el único fenómeno de identificación que puede producirse aunque con los nombres y apellidos suelen suceder situaciones más jocosas con contradicciones evidentes entre las trazas de una persona y el cómo se llama. Hay negros que se apellidan Blanco y blancos que se apellidan Negro, Negrillo o Moreno y mujeres de aspecto enclenque llamadas Bárbaras mientras existen mujeronas de armas tomar bautizadas con el nombre de Dulce que también es humor. Un joven de mi familia se negó a ponerle el nombre de Alba como quería su mujer a su hija recién nacida porque es hincha del Barcelona y hasta ahí podíamos llegar.
De todos modos, el que sí hace honor a su apellido es el primer ministro ruso. Se llama como todo el mundo sabe, Vladimir Putin y teniendo en cuenta la catadura del sujeto le viene que ni pintado el apellido. Fiel a su condición, está dispuesto a meter al mundo en otro lío y resucitar la guerra fría que tan al borde del precipicio nos tuvo en los años oscuros. Ignoro de quién es hijo este señor pero tal y como se llama cualquiera sabe.
 

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