Opinión

Separatistas en su salsa

Cataluña tiene varios restaurantes con tres estrellas Michelin, fruto del talento de sus cocineros, que han sabido unir ingredientes y técnicas como cocción al vacío, espumas, esferificaciones, deconstrucciones y nitrogenaciones.
Pero la Generalidad es más basta: metió en una gran marmita a sus burgueses catalanistas que amenazaban al Estado con declarar la independencia si Mariano Rajoy no les daba caviar al precio de alubias. 
 Y para darle más fuerza al guiso añadieron a la olla agitadores comunistas, anarquistas, okupas y anticapitalistas, que aportaron sus raspas de pescado pasado, verduras podridas, y carnes descompuestas; crearon así una pasta maloliente que daría arcadas a alguien muriendo de hambre.  No era la exquisita Independencia, plato sofisticado que se habían prometido a los finos comensales sentados en las lujosas mesas del templo gastronómico de tres estrellas.
 Mientras los afanosos cocineros sudaban sobre el pote, deambulaban por allí un par de señores que parecían importantes. Alguien dijo que uno era rey y otro presidente. Ambos advertían que aquello iba a terminar muy mal.  No podía ser de otra manera: ni con las técnicas más sofisticadas se podría disimular la comida putrefacta, pero en su cerrazón para conseguir la Independencia, los guisanderos seguían cocinándose, en realidad, en su propia salsa.
 Cuando otearon aterrados el final le pedían a ambos señores una mediación, ingrediente para disimular aquella asquerosidad, pero ellos parece que querían verlos cocidos en su jugo. “Estabais avisados. Ahora, hasta el final”, rezongaran.
 Cuando apareció el plato los banqueros y demás ricos comensales que exigían caviar a precio de alubias huyeron aterrados; algunos querían apalear a los cocineros.
 Mientras, los dos señores creían que los separatas no cocinarían más y sólo limpiarían letrinas en Soto del Real: seguramente será lo que ocurrirá al final.

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