Si la Historia no se equivoca, tal día como mañana, 24 de agosto, se cumplirán 2.077 años desde el desembarco de Julio César en las Cíes, un hecho que habría ocurrido el 60 antes de Cristo. El entonces general romano alcanzaba la Ría de Vigo en persecución de una feroz tribu lusitana que había escapado hacia el Norte para refugiarse en las islas. César decidió seguir al grupo hasta las Cíes, pero la campaña no fue fácil ni rápida debido a las condiciones naturales del paraje. Pero finalmente el romano alcanzó la playa de Rodas, donde al parecer acampó, y así, tras un asedio, logró rendir a los lusitanos, antecesores de los portugueses...
Julio César disponía de barcos propios para realizar la travesía a Cíes desde Vigo, que en el siglo I antes de Cristo era un castro fortificado con una población ya importante. Hoy, salvo los privilegiados que disponen de yate particular, toca pasar por el yugo de las navieras, que como se sospechaba han mantenido una república independiente falseando y emitiendo tickets, lo que reconocía la responsable de Nabia. Curiosamente, se mostraba sorprendida por que hubiera actuado la Administración en un caso que debería tener recorrido penal. Ha habido sobreventa otros años y la imposición de expedientes y multas de 18.000 euros que no han servido de factor disuasorio. Al contrario, el delito ha ido in cresdendo. Hasta llegar a este agosto, en que el desmadre ya era absoluto, con 5.000 personas en las Cíes, el doble del aforo máximo. ¿Y si llega a ocurrir algo?
Alcanzado este punto, había que responder a una pregunta: dejar desembarcar 3.000 personas más sí o no. Parece lógico que no se permitiera aunque los visitantes resultaron los principales perjudicados, quedando dañada la imagen de Vigo pero no de forma irreparable. Las navieras deben sufrir un duro castigo e instalarse controles de entrada más exigentes por la Xunta. Otra cosa son las responsabilidades políticas. No sé qué habría hecho en este caso Julio César.
