En 2015 hay elecciones, primero municipales, en mayo, y luego generales, en noviembre como muy tarde. Por eso los Presupuestos del Estado ayer presentados tienen una importancia mayor: son los que tienen que servir de gancho electoral siguiendo el viejo truco de apretar al principio y dejar para el final el mejor recuerdo, con una caída de impuestos, un mayor esfuerzo inversor y una reducción de los ajustes. También en el ámbito municipal, con la bajada de las tasas, curiosamente propiciada por el acuerdo con el PP, lo que podría ser el inicio de una larga amistad que se inició en una profunda enemistad azuzada sin contemplaciones desde la Casa Grande contra Diputación, Xunta y PP en general, y ahora contra el BNG.
Pero esa es otra historia, o quizá la misma, porque el sistema de partidos probablemente sufrirá un profundo cambio. En mayo, cuando se abran las urnas para la elección de alcalde, se verá si absoluto o sólo un retoque. Comicios en los que de nuevo la fórmula será la misma: voto indirecto de los ciudadanos para que luego los corporativos electos decidan hacer lo que quieran. Un absurdo cuando en estos años sí ha cambiado el poder del alcalde, mutando de parlamentario –el poder estaba en la Corporación y el pleno- a presidencialista, con todos los recursos en manos del regidor una vez es investido.
Las cuentas se pueden leer como las estadísticas, medio llenas o vacías. La realidad es que son buenas cifras pero hay trampa: depuradora o la línea de alta velocidad llevan años de atraso, de ahí que ahora coincidan el grueso de la obra. Es el caso del Eje Atlántico: mientras el tramo Coruña-Santiago funciona desde 2007, el Vigo-Pontevedra todavía está en obras. Como no hay ninguna actuación nueva, salvo la autovía Vigo-Pontevedra, a partir de 2015 se verá una caída muy importante en el esfuerzo inversor. Pura matemática.
La autovía Vigo-Pontevedra, si se desarrolla, será una actuación muy relevante, que también llega con años de retraso. Debe ser un signo de identidad de la Muy Leal.
