Opinión

El circo inglés

Le doy este nombre por dos razones. El Brexit se está convirtiendo en un circo y es ingles porque los galeses y los escoceses no queremos saber nada de marcharnos de Europa. Con lo que se refiere a Irlanda del Norte, la cuarta pieza del rompecabezas es quizás la madre del cordero y el dolor de cabeza más grande que existe en esta continuada farsa política de Europa. ¿Imaginen como sería para los que vivimos al otro lado del Miño si el día de mañana tenemos que volver a pasar por control y con pasaporte? Por ahora no le encuentran solución. Pero no es el único escollo que ha aparecido últimamente. Comencemos con lo del carnet de conducir. Parece que los conductores británicos que disfrutan del carnet común de la Unión Europea ya no sirve y tienen que volver a usar el famoso carnet internacional que es renovable cada año. ¡Además del turista de siempre, pobres camioneros que dependen de su vehículo para ganarse la vida! Ahora la parte cómica. 
Resulta que los ingleses, cuando renuevan el pasaporte el gobierno quiere volver al antiguo color azul, aunque la Comisión Europea les había dicho que nunca se le prohibió elegir el color a un estado miembro. ¿Pero qué ha pasado? El gobierno de la Sra. May está por firmar un contrato, después de licitación a una empresa en Francia para los nuevos pasaportes. Los diputados - MP’s - del Brexit suben por las paredes. Luego está el ‘show’ que montaron las cofradías de pescadores y un gran número de políticos incluido el más feroz de los anti-europeos a pasearse en barcos por el rio Támesis, delante del parlamento de Westminster echando cajones de arenque y otros pescados al agua quejándose de la falta aun de acuerdo sobre las zonas de pesca. 
Por nuestra parte, o sea los que vivimos al otro lado del Canal de la Mancha seguimos con nuestra lucha por conservar nuestros derechos europeos. En estos momentos todos los lobbies británicos están entrelazados y el último movimiento al que me incluyó es mandar una carta a nuestro representante parlamentario del último distrito en que residimos exigiendo que se nos escuche y que tome nota de todo lo que estamos por perder. Comenzando con los jubilados y la cobertura médica, los que trabajan no podrán ejercer su oficio fuera de las fronteras del país en que viven. Piensen en un abogado o autónomo en Vigo que pierde la libertad de ejercer en Oporto. Otra perdida será el derecho no solo de votar en las elecciones municipales y europeas, pero ser militante de un partido político incluso presentarse a oposiciones para cargos públicos. ¡Y no hablemos de la tarjeta de sanidad europea que no tiene nada que ver con la de la seguridad social! Estos son parte de la letra pequeña que ni el gobierno de Gran Bretaña ni los negociadores de la Unión Europea se aclaran con esta continuada y farsante frase de ‘no hay problema en respetar los derechos de los ciudadanos’. ¡No es verdad!
 Por último, está el tema del derecho de voto en Gran Bretaña de los británicos en el extranjero. Al contrario de lo que ocurre en España, si uno ha residido más de 15 años fuera del Reino Unido pierde el derecho de voto. Por ejemplo, no pude votar en el referéndum del Brexit porque ya soy más gallego que los gallegos. Lo curioso es que parece que el gobierno británico da señales de ceder en este tema. Les aseguro que aún hay más payasos listos para salir a la pista.

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