Opinión

De lo peor ha pasado a lo peor está por llegar

Es posible que cada uno de los bloques que van a defender estas posiciones contrapuestas tengan su parte de razón y corresponderá a los ciudadanos, a la luz de su experiencia personal y de sus percepciones de parte de quien se decantan. En la compilación de argumentos que suponen las intervenciones en el debate sobre el estado de la Nación que comienza hoy no se esperan muchas novedades, aunque siempre cabe la posibilidad de que el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, acabe sacando un conejo de la chistera que centre los titulares del debate, pese a que no es esta su forma habitual de proceder. Al fin y al cabo aquí comienza la segunda parte de la legislatura, y debe adoptar decisiones que insuflen nuevos bríos a su acción de gobierno y que contribuyan a dar la vuelta a unas encuestas que reflejan un empate técnico de cara a las elecciones europeas. 
Bajo el punto de vista del Gobierno este puede ser un debate más fácil que el precedente, apoyado por la evolución de las cifras macroeconómicas, que mejoran en muchos aspectos, menos en el fundamental, la raquítica creación de empleo que no salva la debacle producida en los dos años de austericidio. “Lo peor ha pasado”, repetirá Rajoy, con la ayuda inestimable de Moody’s, -la derecha económica en ayuda de la derecha política en el momento oportuno-, se ha evitado el rescate, hemos saneado el sistema financiero –entre todos-, y se sale del pozo a pesar de “la herencia recibida”, “la realidad” y “las cosas que no queríamos hacer”, que van a permitir una reforma fiscal en el próximo año. 
El repunte de la economía, sin embargo, no oculta que “lo peor está por llegar”, como afirma la oposición: la tasa de paro seguirá por encima del 25%, la morosidad ha cerrado 2013 en el 13% -y Moody´s no cree que baje-, la deuda pública ha subido un 24% en los dos años de gobierno popular,  los desahucios han seguido creciendo el pasado año, cada vez menos parado cobran prestaciones, los sueldos han bajado y la inmensa mayoría de los contratos son temporales y a tiempo parcial… Por no hablar de la situación de los servicios sociales cuando se conocen casos particulares que se pueden generalizar, y que han desembocado en la crisis social que denuncia la oposición.  
Y quedan otras dos crisis pendientes de abordar de forma decidida, la territorial y la política. La conjunción de los dos grandes partidos nacionales y UPyD sobre el desafío independentista catalán no es un cheque en blanco para el Gobierno, y se equivocaría el presidente del Gobierno si considera que la defensa de la legalidad es un elemento suficiente para no abordar una situación real como es la necesidad de resolver el problema territorial para otras decenas de años, haciendo compatibles las singularidades de las nacionalidades históricas con la igualdad de todos los españoles. Cierto que la prepotencia de Artur Mas, y su insistencia en el referéndum no ayudan a buscar vías de entendimiento, pero el inmovilismo actual tampoco resuelve nada y se echan en falta propuestas e iniciativas de calado sobre las que forzar el diálogo en su sede natural, el Parlamento. 
Tras el fiasco de los verificadores internacionales con el desarme de ETA y los pasos previos de la banda terrorista Rajoy puede hacer valer la eficacia de su inmovilismo, y aunque también en este caso “lo peor ha pasado ya”, no es deseable perder la sintonía con el Gobierno vasco para abordar el final de ETA. 
En los debates sobre el aborto, la inmigración y las libertades públicas es posible, sin embargo, que “lo peor esté por llegar”.   

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