Opinión

Nervios en Cataluña

La encuesta del CIS catalán, la admisión a trámite de las querellas contra Artur Mas por desobediencia al sacar las urnas a la calle el 9-N, el primer mitin de Pablo Iglesias en Cataluña, la insistencia del presidente catalán en la lista única para unas elecciones plebiscitarias, las prisas de Oriol Junqueras para votar antes de que siga bajando el suflé, las decisiones económicas del Gobierno que alivian la situación financiera de Cataluña... La acumulación de todos estos datos en un periodo de tiempo muy breve ha motivado que los nervios en la clase política catalana se encuentren a flor de piel.
Desde hacía dos años los partidarios de la unidad de España no eran mayoría entre la ciudadanía catalana y aunque es cierto que la ventaja es muy leve supone un cambio de tendencia a la que no es del todo ajena la irrupción de Podemos en el panorama político catalán, y esta circunstancia unida a las declaraciones de sus secretario general no ha venido sino a llevar más inquietud a las filas independentistas ante la aparición de un nuevo actor con el que repartir votos en el caso de la izquierda. Sin hacer una valoración de lo que ha supuesto el  9-N, Pablo Iglesias se mostró partidario del “derecho a decidir”… pero sobre todo. Y esa coda no ha gustado a los independentistas que lo interpretan como el inicio de un periodo constituyente en el que el estatus de Cataluña sería una más de las cuestiones a debatir y a votar entre todos los españoles y esos es precisamente lo que no quieren. Por otra parte, Podemos vuelve a poner sobre el tapete las posiciones de la izquierda tradicional, poco proclive a las aventuras nacionalistas.  “No queremos que Cataluña se vaya”, dijo Pablo Iglesias en su mitin para subrayarlo.   
Y en esta suerte de ‘tercera vía’ más próxima a la que preconizan el PSC e ICV, estos dos partidos resultan los grandes perjudicados de Podemos, que les arrebata una parte del discurso federalista y muerde su electorado. Si la situación del PSC es complicada, la de ICV lo es todavía más, forzada a aliarse con quien ha conseguido en pocos meses lo que ellos no han logrado en años y les empuja, haciendo de la necesidad virtud, a buscar el acuerdo a tres bandas –Ada Colau, Podemos e ICV- para tratar de arrebatar la alcaldía de Barcelona a CiU.
Entre tanto, Oriol Junqueras salva los presupuestos de Artur Mas, que sigue empeñado en una la “lista de país”, mientras que el líder de ERC le advierte que con esa fórmula no consiguen la mayoría absoluta  y presiona para que el adelanto electoral se produzca cuanto antes, no sea que vaya a cundir el desánimo o se pongan en marcha otra iniciativas que desvíen la atención de su objetivo y dejen pasar una oportunidad que han visto como única para acercarse a la independencia, cuando menos teórica.
Como era de prever, según la opinión más extendida entre los juristas, el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña ha decidido encausar a Artur Mas y a dos de sus consejeras por desobediencia a los mandatos del TC para que no hiciera ni la consulta ni su simulacro. Es decir que no había forma de parar la judicialización del 9-N una vez que se interpusieron ese mismo días las primeras querellas, pero que se convierte en un factor más para atizar el victimismo independentista y para enmarañar la necesaria solución política a la cuestión catalana.  

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