Opinión

Fiestas gastronómicas, políticos y presupuestos 2016

Una de las imágenes más habituales de este entrañable mes de agosto es ver a nuestros políticos acompañados de sus cohortes de palmeros, degustando  nuestros manjares culinarios expuestos en cientos de ferias gastronómicas de norte a sur y de este a oeste de nuestra querida Galicia. Eso sí, en una buena parte, no siempre y no todos, a  cuenta de los dineros de los contribuyentes.
La realidad es que la totalidad de los que asistimos a estos eventos gastronómicos tan apreciados por todos, estamos acostumbrados, lógicamente, a guardar cola para recoger los productos autóctonos a consumir y por supuesto quitando los euros de nuestras carteras para costear las ricas viandas que se nos ofrecen, a lo que hay que sumar la nueva cola a guardar para encontrar un sitio, mejor estar sentado, y darnos el posterior festín. Pero una buena parte de nuestros representantes públicos no pasan por estos trances a los que estamos sometidos todo hijo  de vecino. Pues no, estos políticos entran en la feria saludando cuan estrellas de cine, se dirigen directamente a la mesa guardada especialmente para tan ilustres señores, comen con apetito voraz todas las viandas puestas en la mesa, se retratan para que queden constancia de su presencia y en la mayoría de los casos, una vez saciado sus estómagos, se van tal cual entraron. Mi pregunta es, quien paga la ronda de pulpo, empanadas varias, pimientos o lo que se tercie según sea el producto típico a exaltar por el concello  en cuestión? Lo digo porque en la mayoría de estos eventos no aprecio que ninguno de ellos saque de cartera para costear lo consumido. Y si la respuesta es que invita el alcalde de turno, pues preguntaría si el alcalde en cuestión paga de su bolsillo o lo pone a cuenta del concello. Y si sucede esto último, le preguntaría nuevamente si sus vecinos (esos que pagan el agua más cara, el IBI con su subida correspondiente, el impuesto de vehículos, etc) están de acuerdo que con los dineros de sus muchos y engordados  impuestos se costee las paparotas a estos señores que en su totalidad están retribuidos económicamente en porcentajes mucho más elevados que la media de simple trabajador y no digamos ya de un autónomo.
Este mes de agosto nos deja también la presentación de los Presupuestos Generales del Estado de 2016, que contemplan el reparto de 351.859,09 millones de euros de los que casi un 54% irán destinados a pagar los subsidios de desempleo, afrontar los vencimientos de la deuda pública y mantener las pensiones. Precisamente, las pensiones, absorben  prácticamente el 40% del dinero que manejan los Presupuestos Generales. Así como por unos intereses de la deuda, que se disparan extraordinariamente y que ha llevado a las Administraciones Públicas a duplicar su endeudamiento en los últimos años, debiendo 1,1 billones de euros (unos 600.000 más que en 2008), prácticamente el 100% del PIB. Mientras la dotación de la política de vivienda es de 587,1 millones de euros, la misma cantidad que la destinada en 2015, año en que se efectuó un recorte del 26%. Algo más del 94% de la partida va a pagar los créditos asignados. Conclusión: Presupuestos inflados electoralmente que aun así  derivan en menos crecimiento y menos inversión pública, que realmente es lo que puede generar nuevo empleo estable y de calidad, se diga o no.
 

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