Cartas al director

las necesarias reformas

La “reforma de las instituciones” es quizá uno de los conceptos más utilizado en los medios de comunicación Sin embargo los argumentos utilizados no deben ser del todo convincentes, cuando los que realmente tienen capacidad para llevarlas a cabo no se muestran muy decididos a ponerla en práctica.  Los poderes fácticos se mueven por intereses no siempre confesables. Quizá lo que haya que reformar no sean sólo las instituciones sino el comportamiento de los ciudadanos para remover dichas organizaciones sociales. Y desarrollar la conciencia crítica.
Desde siempre ha existido una relación dialéctica, pluridirecional entre las instituciones y los ciudadanos. Las instituciones no se pueden modificar, sino se cambian a la vez el comportamiento de los ciudadanos. Ninguna democracia establecida coincide con la democracia, es decir con  lo que demanda de dignidad de los humanos en términos de igualdad, libertad, participación cívica, tolerancia, preeminencia de lo público. En una comunidad civil. vivir en democracia es una tarea inacabable. Ni la más perfecta de las Constituciones, ni el más justo de los gobiernos están libres de gruesos borrones democráticos.
Esto que se dice de una sociedad o de un Estado, ha de decirse también de cada uno de los ciudadanos. Los hombres y mujeres en la sociedad moderna somos caminantes. Nadie nace demócrata, sino que se hace demócrata. A esto no se llega de modo inconsciente y por simple contagio o a base de adecuarse a los usos de una institución,, sino gracias a una educación  consciente y meditada en consecuencia científica.
La democracia no arranca de instinto arraigado en nuestra dotación genética.  Al contrario, los presupuestos democráticos tratan más bien de contradecir lo que parece “natural”, a saber  que cada cual vaya a lo suyo, que el más fuerte domine al más débil o que el mero azar imponga diferenciadas sociales o políticas. 
La democracia es el régimen político más el artificial. El demócrata se halla en estado de maduración permanente. Y hay que ganársela a través de un trabajo en el que concurren múltiples factores. Unos de los principales es la educación política, el saber apreciar los valores de la democracia como lucha contra las desigualdades y contra la minusvaloración de las personas.