“Free to play”: diversión a costa de ser casinos digitales

Un niño jugando a un videojuego en un teléfono móvil.
photo_camera Un niño jugando a un videojuego en un teléfono móvil.
Muchos videojuegos móviles gratuitos esconden técnicas y desarrollos que pueden generar una adicción ludópata

La integración efectiva de internet en los videojuegos para ofrecer al usuario la posibilidad de disfrutar de estas experiencias con mejoras, nuevos contenidos y la posibilidad de compartir aventuras o torneos con usuarios de todo el mundo ha hecho que este tipo de entretenimiento sea un sector clave de la industria del entretenimiento.

Sin embargo, cada vez son más los juegos que monetizan su éxito utilizando técnicas que intentan manipular psicológicamente al usuario. Sistemas similares a las ruletas de casino, sobres con contenidos aleatorios o suscripciones mensuales son ya habituales en los juegos online, especialmente populares entre los más jóvenes.

Estas técnicas agresivas son más claras en los juegos “free to play” (gratis). Al principio, el jugador siente la necesidad de volver a jugar porque el juego es agradable, se avanza rápido y parece sencillo, como si la suerte estuviese de su lado. Una vez pasan un determinado nivel, el juego eleva un poco su dificultad, hay menos suerte en los sorteos y el usuario, que sigue con la sensación de estar cómodo, devuelve ese cómodo desafío jugando más o empezando a gastar un poco de dinero.

La última fase en el sistema de adicción en las redes sociales y los juegos gratuitos se basa en el principio psicológico de que el autocontrol es un recurso renovable… pero finito. Al pasar unos días o semanas el juego ha generado o bien un hábito (de ahí las denominadas “recompensas diarias”, para hacer que el jugador vuelva cada día) o ya una dependencia, y el juego eleva la dificultad, la suerte en los sorteos ha desaparecido (hay que pulsar muchas más veces que al inicio el botón de premios para obtener la recompensa) o hay que esperar horas para volver a jugar de manera gratuita. Es el momento en el que los jugadores, ya “enganchados” empiezan a pasar por caja: para ganar hace falta pagar. Más adelante, se le suma el concepto de “falsa inversión”: el usuario ha gastado mucho dinero y tiene que seguir gastando, ya que piensa que dejar el juego (que no deja de actualizarse con nuevos personajes, cartas o premios) supone perderlo todo (cuando en realidad ya es dinero perdido).

Para evitar estos riesgos los padres, familiares y tutores deben estar atentos a cambios de actitud en los menores, imposibilitar su acceso a tarjetas de crédito y regular el tiempo de juego para que no caigan en conductas adictivas.

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