CARLOS SORIA. Alpinista de 78 años con 12 ochomiles

"Nunca he tenido una congelación ni un rescate"

Los 75 años de Montañeiros Celtas y Carlos Soria
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Carlos Soria (Ávila, 5 de febrero de 1939) se encuentra a dos ochomiles de completar los 14 existentes en el planeta. Busca alcanzar este reto cuando supera los 78 años.

Un ejemplo de constancia para una persona que lleva toda la vida en la montaña. Es su pasión y modo de vida. 

¿Cómo es hacer alpinismo por encima de los setenta años?
Es la temática de la conferencia y se trata de explicar lo que hice tras superar los setenta años. Al cumplir esta edad hice una montaña virgen en el Himalaya, después me fui a la Antárdida, también estuve en Indonesia, en la isla de Nueva Guinea. También subí al Gasherbrum I, al Manaslu o al Annapurna.Hice otras cumbres más bajas y he estado en montañas que no pude subir. Además, también explico un proyecto que tenemos y que surgió tras el terremoto de Nepal. Es una asociación solidaria. 

¿Por qué bastante gente del alpinismo termina involucrada en proyectos solidarios?
Porque es necesario y, además, nosotros ayudamos de forma muy directa. Vamos nosotros una o dos veces al año al Himalaya y no hay intermediarios. No hay ningún sueldo ni es ayuda directa, lo que hacemos es crear acuerdos y contratos para llevar a cabo los proyectos y los saca adelante la gente del mismo pueblo en el que actuamos. Además, las escuelas que creamos son en pueblos que no llega el turismo. No tiene mucha transcendencia, porque no es a través de una ONG habitual, pero es muy efectivo. El poco dinero que tenemos, va directo a ellos. Un ejemplo claro es el año del terremoto, en el que teníamos una expedición al Annapurna. Nos quedamos en el país y con 8.000 euros entregamos más de 14.500 kilos de arroz. Con un saco come una familia durante veinticinco días y nos cuesta 12 euros. Con muy poco, haces mucho y, además, actúas en sitios que puedes escoger directamente. Ya construimos cinco escuelas. 

¿Cómo se puede ascender un ochomil con 78 años?
Ahí estamos. No estoy maravilloso, tengo mis problemas, especialmente en la rodilla izquierda, que la tengo mal. Pero, por ahora, estoy en condiciones de seguir haciendo lo que hago. Estuve en el Dhaulagiri y no llegué, pero estuve muy arriba y ascendí muy bien y bajé, como casi siempre, mal, con dolor. La rodilla no la tengo bien, pero la cabeza todavía la tengo en su sitio y cuando hay que darse la vuelta, me la doy. 

¿Es la decisión más difícil?
Lo más complicado es que te funcione bien la cabeza para saber en qué momento debe uno darse la vuelta. Cada uno asume los riesgos que quiere, pero vamos, a mí me parece que no merece la pena porque la vida es muy bonita. Una satisfacción personal mía es que en todos los ochomiles estuve por encima de los 8.000 metros y nunca me han tenido que cortar nada, ni he tenido una congelación, ni me han sacado en helicóptero, ni rescatado... Para mí, es muy importante. Procuro que no se me caliente la cabeza y nunca me he bajado hecho polvo de una montaña. En el Kanchenjunga, en uno de los intentos, me quedé a sólo 300 metros. Yo decidí darme la vuelta. Subieron diez personas y cinco murieron al bajar...

¿Alcanzar los 14 ochomiles es su objetivo?
Es el objetivo que tengo y por el que lucho y entreno. Lo que pasa es que soy consciente de la edad que tengo y, si no puedo, pues me quedaré sin hacer uno. Ahora me faltan dos. Uno es el Shisha Pangma, que son varias cumbres y yo tengo la central, pero si puedo ir a la principal, iré. El otro es el Dhaulagiri, que en marzo volveremos. 

¿Cuál es la más complicada?
La más complicada es cuando te encuentras con problemas en la montaña. Quizás por la ruta normal, la más complicada es el K2 y la más peligrosa el Annapurna. Lo que pasa es que las montañas no están siempre igual, depende del tiempo, de las circunstancias. 


¿Cómo es su día a día?
Procuro entrenar todas las mañanas. Trato de descansar y, de hecho, a mi edad, para entrenar lo que entreno, tengo que descansar bastante. Me acuesto pronto y me levanto temprano. Me alimento bien, en condiciones, como de todo, pero con cuidado. Sobre todo utilizo la bicicleta de carretera y también hago cuestas y pesas. Desde los 74 años tengo un entrenador personal. Me pongo a 140 pulsaciones que, para mi edad, está bien. 

¿Cuándo descubrió su afición? 
La primera vez que salí a la montaña fue con mi amigo Antonio Riaño a los 14 años. Fuimos con una lona y unos palos quince días. A partir de ahí, no he dejado de ir nunca. Anteriormente, de niño, estaba en Ávila en verano y me iba a los ríos, ya me gustaba la naturaleza. Después conocí la sierra de Guadarrama, con la Pedriza, que ya la ascendí a los 16 años. En el año 1962 fui a los Alpes a mi primera ascensión de gran dificultad. Después al Cáucaso, a una escalada en hielo, y en 1971 fui con la primera expedición McKinley, en Alaska. Dos años después, fue la primera expedición de unos españoles al Manaslu. No la subí y llegué a la cumbre 37 años después.

Tiene una trayectoria deportiva muy extensa, ¿cómo la gestiona?
Lo que me siento es muy afortunado por poder hacer lo que me gusta. Soy un privilegiado. No es porque tenga un físico privilegiado, es porque me gusta y quiero hacerlo. Con los jóvenes tengo una gran relación y me tratan como un compañero más. No me ven como el viejecito, sino como uno más. Antes iba de expedición solo con un sherpa. Ahora tengo un equipo y la gente que viene conmigo, todos son más jóvenes que la más joven de mis hijas.

Los 75 años de Montañeiros Celtas y Carlos Soria

Carlos Soria impartió ayer en la Sede Afundación la conferencia Alpinismo después de los 70 años dentro de las jornadas que conmemoran el 75º aniversario de Montañeiros Celtas. El veterano alpinista, que incluso supera la edad del club vigués, con 78 años, realizó un repaso audiovisual a los últimos años de sus trayectoria deportiva.

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