La propietaria de un bar de carretera golpeado por continuos conflictos y lleno de chusma contrata a un exluchador para que ponga orden cada noche en el local. ‘Road House’ (Prime Video) es un western a puñetazos en vez de a balazos, en el este y en la época actual y no en el viejo oeste del siglo XIX.
Hace pocas semanas, se estrenó ‘El clan de hierro’, una película que utiliza el contexto de la lucha libre para tratar algo más profundo, la tragedia de una familia. En ‘Road House’ sucede al contrario. Aquí, el entorno no es más que un decorado en el que ofrecer todo tipo de leñazos y peleas espectaculares.
Se puede pensar que es una película estúpida, pero también se podría decir que es un remake atractivo y actualizado de la original, protagonizada por Patrick Swayze. Las expectativas son bajas, pero la película es lo que se propone, sencilla, muy básica, y así se muestra en pantalla: el susodicho bar de carretera se llama ‘Road House’ y el barco en el que duerme el protagonista tiene como nombre ‘The Boat’. Para qué complicarse y ser pretencioso.
Para encarnar a ese exluchador de la UFC, Doug Liman, que algo sabe de cine de acción -hizo ‘El caso Bourne’ sin ir más lejos-, escogió a Jake Gyllenhaal, que parece que lleva medio siglo haciendo cine, pero solo tiene 43 años. Quizá no tanto como el pokémon Christian Bale, que evoluciona para cada proyecto, pero Gyllenhaal es un actor de método. Durante seis meses, preparó su físico para ser un digno rival contra todo un campeón y tarado Conor McGregor, uno de los villanos de ‘Road House’. Domina casi todos los registros, especialmente el thriller y la acción, siendo inolvidables ‘Zodiac’, ‘Prisioneros’ o ‘Nightcrawler’, pero también el drama, como en ‘Brokeback Mountain’ y ‘Donnie Darko’.
Dalton es un tío duro, sobrado en el cara a cara y un personaje muy enriquecido por su ironía. El tipo que revienta a palizas a sus rivales como si nada y luego los lleva en su coche hasta el hospital. No se puede decir que no es, en el fondo, genial.
Puntuación: 3/5
